—¿Qué es esto? —La Salamandra respondió mientras lamía sus labios con una lengua bifurcada y llameante—. Hacemos un contrato.
Pestaneé y me detuve por unos segundos mientras Natha frotaba el estigma de la llama en mi muñeca—. ...¿qué?! —Reaccioné tarde, levantándome tan rápido que Jade se tambaleaba y se sacudía de mi hombro—. ¿Qué contrato?
—¿No sabes qué es una bestia contratada? —la Salamandra me miró sorprendida.
—No —respondí secamente.
Quien me respondió fue Natha, quien lo dijo con un suspiro molesto—. Es como una mascota molesta.
—¡Eh! —la Salamandra protestó otra vez. Esta vez no golpeó el suelo, sino que azotó el aire con su cola llameante.
—¿Pero puedes hacerlo así nomás? —Mis cejas se fruncieron y miré desaprobadoramente a mi aparentemente nueva bestia contratada—. El contrato debe ser bilateral, ¡sabes! ¡Ni siquiera pediste mi opinión de antemano! Incluso Natha me preguntó primero, ¡incluso si estaba borracho en ese momento!
—Umm, cariño--