Damon no entendía el significado detrás de las palabras de Talia, pero sabía que eran significativas. Algo le decía que la pequeña mujer frente a él arriesgaría todo por él y lo apoyaría sin hacer preguntas, incluso cuando él era un imbécil y cuando la maltrataba. Aceptación incondicional. Era algo que él no recordaba, pero sabía que solo podía ser brindado por la mujer que estaba frente a él.
Damon extendió su mano libre para tocar su mejilla.
—Gatita… —murmuró, y una solitaria lágrima escapó de su ojo para asentarse en su dedo índice.
Los ojos de Damon estaban distantes y llenos de confusión, y ella sabía que los recuerdos luchaban por surgir, pero todavía no era su Damon. Ella necesitaba este hechizo para eliminar las runas negras de una vez por todas, para poder dejar de preocuparse de que él la olvidara a ella y a todo lo que habían pasado hasta ahora.
Cornelia abrió su boca para intentar razonar con Talia, pero James tomó su mano y le dio un apretón.