Elsa rió traviesamente. —No sabe que estoy aquí. Cree que llegaré dos días después.
Samuel sonrió torcidamente, impresionado por la astucia de Elsa. —Eres muy pícara, ¿verdad? —dijo—, su voz ronca de deseo. —Solo quiero comerte.
—Te estoy esperando, tan lista para ti —Elsa maulló seductoramente.
Samuel, alborotado por el tono seductor de Elsa y sus palabras, sintió un impulso de deseo. La explícita anticipación en su intercambio aumentó la excitación de Samuel, imaginando los íntimos momentos que le esperaban más tarde.
—Mm... —Samuel gimió—. Sabes, voy a castigarte esta noche por torturarme así. Solo espérame. —Sus ojos se oscurecieron de lujuria al imaginar cómo devoraba el cuerpo de Elsa.
—Te quiero, mua. —Elsa besó el teléfono antes de terminar la llamada, dejando a Samuel en un estado de excitación intensa.