Abigail levantó la cabeza, limpiándose las lágrimas. Su movimiento se detuvo, y su mandíbula se abrió cuando presenció la escena que se desarrollaba frente a ella.
Cristóbal estaba orinando en el patio trasero bajo un árbol, de espaldas a ella.
Él había mencionado que necesitaba usar el baño. En ese momento, ella supuso que era otra de sus excusas para que la dejara entrar en la casa. Se sintió apenada y enfadada al mismo tiempo.
—¿Por qué es tan insistente? ¿No podría simplemente irse a otro lado?
Cristopher suspiró largo y aliviado. Había estado aguantando las ganas de orinar durante mucho tiempo, esperando que ella abriera la puerta, pero no lo hizo, para su consternación. Al darse cuenta de que no iba a dejarlo entrar pronto, pensó que era mejor orinar allí.