La gran sala de la mansión Sherman había sido transformada en un escenario de lujo y elegancia para la fiesta de baby shower. La habitación estaba adornada con decoraciones intrincadas, reflejando el tema del evento.
Lujosos candelabros colgaban del alto techo, proyectando un suave y cálido resplandor sobre los asistentes, mientras que grandes y ornamentados arreglos florales se alzaban en varias mesas, exudando un ambiente fragante y colorido. Las paredes estaban cubiertas de ricos tejidos de colores pastel, añadiendo un toque de encanto real al ambiente.