A unos diez millones de kilómetros, en la Capital Imperial del antiguo Imperio Qi. Dentro del palacio imperial.
Dentro de una sala de palacio lujosamente decorada, hermosas asistentes femeninas llevaban en bandejas exquisita comida y néctar inmortal.
—Ven, bebe.
—Hermano mayor, yo brindo por ti.
—Noveno hermano, han pasado mil años desde que nos conocimos. Vamos, vamos, vamos, ¡tomemos juntos otra copa!
Los monstruos en forma de asistentes femeninas sentían temblar sus corazones. Actuaban con la máxima cautela, aterrorizados de ofender a alguien. Sabían que los doce reunidos hoy aquí en esta sala eran los Doce Reyes Monstruosos de las Corrientes del Este y gente como ellos no podía arriesgarse a ofender a ninguno de ellos. Si accidentalmente irritaban a uno, los resultados serían desastrosos.