Zhao Lifei estaba completamente y más allá de la decepción por lo que vio. Acuclillado, temblando y encogido en un rincón de la habitación se encontraba un herido Mu Ting, cuyo cuerpo entero parecía irreparable —igual que su cerebro perturbado. Ella anticipó las lesiones en él pero no pensó que estaría dañado a este punto. Quería golpear a un hombre sensato que al menos pudiera registrar el abuso. ¿Qué satisfacción habría en pegarle a un hombre que ya está en este estado?
Yang Ruqin compartía los mismos pensamientos. Rápidamente se giró hacia Yang Yulong, acusándolo con la mirada.—¿Siempre tenías que quitarle la diversión a todo? —le pegó en los hombros cuando tuvo la osadía de mostrarle una sonrisa descarada, parpadeando inocentemente con sus ojos.
—¿Qué quieres decir, querida hermana? —preguntó él.
—Ay, no me llames así, voy a vomitar en tus zapatos —amenazó ella.