—Pft, sabíamos que eras tonta, ¿pero desde cuándo te quedaste sorda? —respondió una de las socialités, Luoluo, mientras se echaba el cabello por encima de los hombros.
Xia Mengxi reconoció a la mujer como la modelo en ascenso que solía adularla hasta dejarle los zapatos relucientes. Sus labios se curvaron cuando se dio cuenta de la obvia traición.
—¿Has perdido la cabeza?
—No, pero tú estás a punto de hacerlo ahora mismo —replicó Luoluo con una sonrisa confiada en su rostro naturalmente contorneado. Una amiga que estaba a su lado arrojó las revistas al suelo, como quien tira una moneda a un vagabundo.
Xia Mengxi luchó por mantener la calma ante el descarado desprecio. Sintió un déjà vu correr por sus venas pues ya había sido testigo de esta escena embarazosa antes. Solo que, antes no era la víctima sino la acosadora. Su rostro se mantuvo neutral e incluso un poco lastimoso con sus cejas juntas en decepción. Sus ojos eran la ventana de su alma y bailaban con resentimiento.