—Te amo, te amo tanto —susurró. Gruñó:
— Esto dolerá. Antes de que ella pudiera entender lo que quería decir, él deslizó su grueso y duro miembro dentro de ella. Ella gritó y empujó su pecho, con los ojos fuertemente cerrados.
—Lo siento… lo siento tanto, mi amor —repetía una y otra vez. Ella no sabía que estaba llorando hasta que él secó las lágrimas de sus ojos. Dolía incluso moverse. Tenía que mantener sus caderas en su lugar, con las lágrimas quemando en la parte trasera de sus ojos. Estaba preparada, pero no lo suficientemente preparada.
—Me duele… —luchaba por decir. Hasta respirar era difícil. Clavó sus dedos en los músculos de su brazo, con los ojos fuertemente cerrados.
—Lo sé, mi amor. Lo sé —dijo él con voz ronca, inclinándose para besarla en las mejillas.