En el Hotel Grupo Bakey, Nueva York.
El lujoso y romántico lugar de la boda estaba rodeado de rosas rojas.
Las gradas de la plataforma de la ceremonia estaban todas hechas de cristal. Se construyó una gran pantalla de cristal en el medio, brillante y deslumbrante.
La decoración no podía ser más extravagante.
La futura novia, Fiona, vestida con un hermoso traje de novia, se retocaba el maquillaje en el salón VIP.
—¿Hay invitados afuera? —preguntó Fiona a la maquilladora.
La maquilladora negó con la cabeza. No había invitados afuera, solo el personal.
Hoy era una boda privada. Habían reservado todo el hotel.
La maquilladora vio que Fiona estaba muy nerviosa y sudando.
—Señora Brown, apenas son las 9:30. Los invitados aún no han llegado. No esté tan nerviosa —ella limpió el sudor de Fiona y la consoló.
Fiona de repente lanzó una mirada feroz a la maquilladora y levantó su mano.
Un fuerte bofetón aterrizó en la cara de la maquilladora.