Steffanie vivía sus días en el set de rodaje libre y felizmente, sin preocupaciones de ningún tipo. Primero, la molesta y cobarde gerente Shi Lian finalmente había caído en sus garras, escondiéndose en algún lugar que ella había arreglado para ella. Esa inútil gerente ya no podía molestarla sobre su padre enfermo a punto de morir, ya que tenía demasiado miedo de salir por temor a que la policía la detuviera.
Por un lado, Shi Lian también tenía miedo de hacer enfadar a Steffanie con la amenaza de usarla como chivo expiatorio cuando se descubriera la verdad y de no poder salir de la prisión sin la ayuda de Steffanie. Por otro lado, Shi Lian no quería que su padre perdiera el apoyo financiero y médico que Steffanie le había prometido.