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84% Katu: la bruja de la isla / Chapter 21: 20: MADRE Y MAMÁ

Chapter 21: 20: MADRE Y MAMÁ

***

— Eres amiga de Kaia, ¿no? — Fue lo que me preguntó Oliver una vez — ¿me das su numero? Dicen que está enamorada de mi. Y bueno, no es fea.

— Ah, claro … 

Fue la primera vez que me sentí celosa por una campesina. Y lo peor, me lo dijo mi primer amor.

***

— ¿quieres seguir con ella? Esa estúpida lastimó a mi mejor amiga. 

— Emma. No soy un idiota — me dijo mi novio Oliver — no me importa lo que hiciste, pero necesito de mi musa.

— recuerda que yo soy tu novia.

— y recuerda que lo nuestro no está funcionando.

***

Un golpe estrepitoso sonó en la ruta por el cerro. Daniel volteo, era Emma con su mano en la cabeza y un ceño fruncido que lo sorprendió. Parecía adolorida, a pesar de solo haber caminado por unos minutos o después de verlas matar a quemarropa a animales o aves cercanas. Cada una de las seis chicas volteaban con una sonrisa.

Era su forma de calmar el miedo.

Pero Daniel, con una mano en la boca, solo tenía en mente su ruta de escape. Corriendo detrás de ellas y siempre viendo aspas en los troncos de los árboles, sus ojos volteaban a cada lado. 

« Siempre van a la izquierda, siempre siguen subiendo. Entonces » pensó el menor. Mientras se movía detrás del grupo. Su respiración se cortaba.

Fue entonces que su mente se nublo en una conversación con su tía Valeria.

°

°

— La bruja no es tan antigua — dijo mientras conducía — Los pioneros hicieron crecer la isla y para tener comida, hicieron las tierras fértiles. Muchas cosas son artificiales, a excepción de los residentes. 

— Lo único antiguo es el puerto del ejército, ¿no?

— El puerto comercial fue el segundo y el internado el tercero. 

°

°

« No tienen la necesidad de ir, porque: O no hay comida, o porque está el desierto natural. Estamos más cerca al puerto de lo que creemos.»

" ¡Sssssss! " 

— ¿Tú eres el sobrino de mi mamá? — se escuchó entre siseos — hueles a ella, así que debes ser él.

David se mantuvo quieto, a penas se podía ver ese pequeño temblor en sus piernas cuando se detuvo y habló.

— Iré a orinar — Casi gritó. Lo suficiente para que el grupo se detenga a verlo.

Empezó a correr. Viendo como esas aspas de los troncos dejaban de aparecer y árboles cortados, como si hubieran sido explotados. Poco a poco, se encontró solo en el medio de un bosque casi vacío. 

Y en poco, reaccionó. ¿Por qué había corrido? No debió alejarse del grupo cuando estaba en peligro, pero, algo en él decía que debía dejarlos seguros, tal vez Sherlock Holmes lo hubiera hecho 

— Te alejaste de tu grupo — escuchó cerca a él.

Una voz infantil de niño.

Volteo a todos lados, hasta que una rara sensación pegajosa creció por su pantorrilla. Bajó la mirada, asqueado y preocupado cuando se encontró con una pequeña serpiente amarillenta y un ojo blanquecino, parcialmente ciego.

Petrificado por el animal, Daniel se mantuvo en silencio, alzando un poco su pierna hasta que pateó el suelo con el animal encima.

— ¡OYE! ¡¿QUIERES QUE TE MUERDA?! — el animal se sujeto con fuerza, enlazando su cuerpo — ¡DETENTE TONTO HUMANO! ¡YO SOY UNA CRIATURA SUPERIOR!

— ¿Criatura superior? — susurro Daniel. Con su cabeza gacha hacia el animal.

Se quedó en silencio por segundos. Sus ojos profundamente pegados al animal, igual en silencio. La mandíbula de Daniel se abrió.

— No puede ser — balbuceó, agachando su espalda para ver mejor a la serpiente — eres … ¿eres un monstruo que habla?

— Soy el hijo de Katu. Quien controla la lluvia. Para 

— ¿parar con que?

— Me llamo pará — explicó. 

De nuevo, hubo un silencio. Solo se escuchaba el siseo de la lengua de Para. 

— ¿No tienes miedo? — preguntó la serpiente, al tambalear su cuello de un lado a otro.

Daniel nego. Trago hondo, tenía sus ojos como platos a punto de estallar con sudor en la frente. Viendo a la serpiente desprenderse de su pierna y tambalear su cuerpo.

— ¿Por qué estás aquí? — preguntó Daniel — si todo esto es real, ¿no sirves solo a Katu?

— Ella es mi madre y necesita su nuevo cuerpo … 

" ¡Sssssss! " 

— Pero — siguió pará — Illapa tiene razón. Madre está enferma, ya no se trata de su cuerpo. Su alma está grave. No puede cerrar todas las grietas, hay terremotos. Si, pero es por culpa de Kaia que no se deja comer.

Tieso. Daniel, vio al animal. A pesar de su increíble capacidad para recepcionar la información, su pecho se hinchaba en fuertes respiraciones. Con la serpiente bailando en su eje, se dio un pellizco en la mano.

Sintiendo el ardor y despertando la curiosidad del animal en el proceso.

— Dijiste madre y mamá. Entonces, ¿quieres seguir a las dos? — susurro Daniel.

— Mi madre, necesita energía — respondió la serpiente — y esa es Kaia.

— ¿Tú mamá?

Para, asintió. 

— Tú mamá es Kaia, pero tu madre … ¿es katu?

Volvió a asentir.

Tenía una mueca en su cara. No podía comprender lo que esa serpiente decía. Aún procesando que tenía una conversación con una serpiente. De repente, su pecho se hinchó con cierto miedo.

— No entiendo. Pensé que como sus hijos, solo seguías a tu madre. La original.

— Así es. Yo soy la original, la que debe vivir — se escuchó de repente. 

Volteo hacia la voz. Era una anciana, de cabellos plateados caminando hacia él, con una horrible escena de árboles muertos detrás de ella. Mientras la serpiente se retorcía con gracia o tal vez, nervios.

— Hiciste un buen trabajo Pará — dijo ella manteniendo su visión sobre Daniel — y tú también, no esperaba que llegaras tan lejos por kaia

Daniel no respondió, gimoteaba incoherencias. Aturdido por aquella presencia que por meses se obsesionó, después de días en pleno apocalipsis e hipótesis desesperadas en busca de ayudar a Kaia. Solo podía pensar una cosa:

"Wow".

Se sentía como esos científicos e investigadores que leía, como si él fuera Sherlock Holmes hablando con el profesor James Moriarty.

Por un segundo lo vio como una pelea de ficción, pero, tras unos segundos de ver las ojeras que caían sin cuidado por el anciano rostro, sus sentidos golpearon su nuca.

— La razón por que sigues a Kaia — empezó el chico entre susurros lentos que llamó la atención de la mujer — ¿Cual es? la verdad.

— ¿La verdad?

— ¡Por tu culpa estamos en el fin del mundo! — grito sin dudarlo, hasta que las manos callosas y de largas uñas lo sujetó del cuello, alzando unos centímetros del suelo.

— ¿Crees que yo le haría esto a mis tierra? —gritó la bruja ensanchando su mandíbula hasta mostrar su grandes y afilados dientes curvos— ¿Crees que dejaría a lunáticos como son los humanos traer a esos monstruos?

Se resistió unos segundos, pataleando y golpeando la muñeca de ella, sus lágrimas empezaban a brotar por sus mejillas, su rostro se tornaba rojo hasta que un temblor inicio y un brillo golpeó los cielos. Llamando la atención de la bruja y asustandola.

Justo después de eso, soltó el cuello de Daniely salió corriendo lejos de la vista del menor. 

— ¡DANIEL! ¡DANIEL! 

« ¿se asustó por el temblor? » pensó. Su rostro era rojo, apenas podía ver por culpa de las lágrimas y el miedo, pero en el momento que escuchó un par de pasos acercarse.

— Aquí estabas — balbuceo el entrenador delante del grupo de muchachas — oye, ¿estas bien? ¿Te golpeaste?

— estoy bien — susurro y se levantó, terminando por ver hacia Emma con su mano en el rostro, herida — y, ¿ella?

— Regresemos, está herida. 

Volvieron a caminar. Daniel quedó con un mal sabor de boca por haber fracasado con su plan de escape. Esa pequeña mente estratega no dejo de pensar mientras caminaba a lado del entrenador, o cuando vio a la serpiente seguirlo durante esa hora de caminata.

— Daniel — escuchó del entrenador.

Regresó a la realidad y se sorprendió cuando el hombre entregó una navaja suiza. 

— Quedatela. Es peligroso que camines sin armas — explicó. Volviendo a caminar.

Esa vez el muchacho inhalo lentamente. Volteando al arma, y estirando la hoja afilada. Contempló su reflejo, no había limpiado bien sus lágrimas y sus mejillas coloradas permanecieron. Cualquiera podría decir que estuvo llorando, pero ninguno se lo iba a decir.

Sin embargo. Eso no era exactamente lo que veía. Su mente empezó a crear una nueva idea y necesitaba un espejo.

-----

Cuando la noche caía y las estrellas empezaban a dibujarse en el cielo. Nathaniel inclinaba su espalda en un largo escalofrío y sus ojos se movían conforme la serpiente se acercaba.

— Si te acercas a mi mamá, te comeré. Así que vete monstruo — ordenó Illapa.

— Nunca lastimaría a Kaia — susurró él, tratando de estirar su cuerpo y sorprendiendo al animal.

— ¿Sigues consciente? ya pasaron dos horas — dijo y empezó a enredar su cuerpo por la pierna del chico — ¿Debería felicitarte?

— ¿Soy un monstruo? Oye no me toques serpiente 

— Me llamo Illapa — respondió al llegar a su regazo — Y, tal vez. eres más fuerte de lo que creí. Sin embargo, puedes volverte un monstruo en cualquier momento.

— Puedo seguir … ¿Consciente? — volvió a preguntar después de un largo silencio y alzar su mirada al animal.

Illapa asintió.

— ¿Quieres que te ayude a seguir así? — preguntó el animal — solo tienes que hacer algo, por el resto de tu vida.

— ¿Aun puedo tener un deseo? — detuvo Nathaniel, su voz estaba quebrada, como si mantuviera a raya una enorme jaqueca.

Vio la bufanda roja y sonrió. Sin saber que la serpiente volvió a asentir.

— Será un trato, y seguirás a Katu por siempre. O si no, te comeré.

— Kaia, será Katu — respondió Nathaniel enseguida. Con una sonrisa arrogante.

— Si es que lo logra.


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