—No, Xiaoxiao, yo... —murmuró él.
—Señor Liu, un buen perro no estorba en el camino. Por favor, hágase a un lado —respondió ella con frialdad.
Xiao Yi estaba inexpresivo.
—¡Tú! —exclamó irritado.
Liu Dongjun, mirando fijamente al inexpresivo Xiao Yi, apretó sus puños con fuerza. Las venas de su cuerpo casi todas se hincharon, sus ojos inyectados en sangre y llenos de una mirada aterradora que hizo que todos los presentes se sintieran algo alarmados. Todos creían que si no fuera por Shen Xiaoxiao allí, Liu Dongjun habría incapacitado a Xiao Yi sin dudarlo.
Mirando esa cara odiosa e hipócrita, Liu Dongjun casi pierde el control por completo y quería golpear, para convertir a ese hombre despreciable en polvo. Sin embargo, cuando su mirada se trasladó a la fría Shen Xiaoxiao a su lado, reprimió ese intenso deseo y rogó fervientemente:
—Xiaoxiao, ¡este tipo despreciable y sin vergüenza realmente no es adecuado para ti! ¡No te dejes engañar por él!