La memoria tiene verdad dentro. En mi interior
existía mi otro yo.
Tres años antes.....
- ¡¡Bueno!!.. es hora de irme – Dije, saludando –Luego nos vemos.
- Suerte en tu día Octavio
Como era de costumbre podría haber tenido un día como lo fueron todos. El cielo se estaba nublando más de la cuenta. Podía observar una oscuridad en el techo del mundo.
- ¿lloverá?
Las primeras gotas comenzaron hacer su aparición. Era una garua liviana en pleno otoño. Me adentré por el parque desolado ya que había perdido uno de los ómnibus que me llevan a la escuela. El viento soplaba en los alrededores de la zona en una mañana temprana
- Debo apurar mi marcha, antes que sea tarde. No quiero llegar empapado.
Solo debía cruzar el parque e ir a la otra parada de otro ómnibus. La garua se intensificaba cada vez más. Avisté un hombre con un sobretodo. Aquel estaba sentado en una banca al lado de un árbol. No creo que fuera mi imaginación. Pero su morfología estaba fuera de lo normal. Tenía manos extensas y una mirada con ojos de matiz rojizo. Nunca antes vistos. Ante la distracción del ambiente por primera vez sentí al acercarme por el camino que linda con el final de la plaza el hedor de un cuerpo en descomposición. El hombre me miró un tanto serio y luego sonrió, justo cuando pase cerca de él en mí andar ligero
- ¿Es un día genial, no?
- ¡Perdón!
- ¡Qué es un día genial!
Al mirarlo, sus ojos se acercaron a los míos. Era penetrantes. Y en mi interior percibí un extraño dolor de pecho como si mi corazón se estuviera apagando. La respiración se agotaba y comencé a toser. El hombre se rió y no dijo más nada.
Me fui de allí inmediatamente. La toz cesó, como también la estabilidad de mi cuerpo. El corazón volvía a latir.
- Corderos nunca sobran. Experimentos tampoco
Crucé el final de la plaza y en ese instante las voces aparecieron en mi mente al cruzar unas personas que estaban en la final del ómnibus. En el transporte todo estaba tranquilo. La lluvia ya había comenzado. Al descender, me di prisa para no empaparme. De alguna manera me sentía un ser foráneo.
- ¡¡Ey!!..¡llegas tarde! – Expresó Alan. Un viejo compañero de clase.
- Si, es que me retrasé con el ómnibus. Es por la lluvia
- Eres un tonto ¡¡Je!! ..¡je!! – Dijo una voz en mi interior
- ¿Dios que fue eso? Pronto en un parpadeo, Alan, no parecía Alan. Ese que conozco. Era otro. Eso me llamó la atención. Me perdí entonces en mi mente.
- ¿Octavio? - ¡¡Octavio!!
- ¡Alan!
- ¿Te encuentras bien? Te noto perdido.
- ¡¡Oh!!... ¡Estemm!!
- ¡Viejo!..No pareces el mismo.
- Es que vengo con el apuro de llegar temprano. ¡¡Ya sabes!! ¡¡Ja!! ¡Ja!
- ¡¡Qué raro eres!! Vayamos entrando.
- Si, será mejor...
Al ingresar por la puerta de siempre, pasamos por el aula de segundo, allí salía una chica que iba al baño. Me le quedé mirando.
- ¡¡Oh parece amor a primera vista!! – Expresó Alan.
- Deja de decir idioteces. – Le dije. Su cabello corto y sus ojos que brillaban. Me regaló una ligera sonrisa y continuó su rumbo y nosotros el nuestro.
- ¡Vamos querrás hacerlo!
- ¡¡Si destruye todo!! Ellos son peligrosos
- Si, desalmados.
Las auras se ennegrecieron. Es como si todo el alrededor se observase como una tumba. A través de las voces podía ver lo que no podemos siquiera imaginar.
Al entrar al aula tuve un mareo y me desvanecí cayendo al suelo. Ese fue el comienzo de todo lo que vendría.
Desperté en la enfermería....para luego llevarme a mi hogar.
Las voces iban y venían con el pasar del tiempo. Eso me lo guardé hasta el día de la terraza.
...la campana del recreo...sonó....Y....Era hora de salir de allí. Llevé mi almuerzo y me dirigí a la terraza para tener un momento de tranquilidad. A eso le llamo olvidarme de las voces que se iban desarrollando en mis oídos al cruzar a las personas. Hubiera sido un momento tranquilo. Solo escuché unos ruidos que me causaron un despiste.
- ¿Habrá alguien más? – Me pregunté
Me incorporé de donde estaba sentado y fui al corredor del tanque. Allí había una niña que tendría mi edad. Estaba en la misma situación. Buscaba un poco de paz. Ella me miró, pero no dijo nada hasta que suspiró.
- ¿Estás en la misma posición no?
- ¿Eh? – No le entendí.
- ¡Descuida! Aquí solo vienen los que quieren escapar de la realidad de las clases. – Sonrió
- ¡Soy Octavio!
- ¡Mei!, Para servirte.
Así en mi primera vida antes de perderme conocí a Mei. Mei Inosanto. Platicamos sobre muchos temas. Sus ojos eran de un matiz verde y su mirada fugaz con una piel suave. Le gustaban los vestidos. Nos dimos muchos momentos y fue que le narré como un libro sobre mi secreto de las voces. Ella no me refirió nada al respecto y me aceptó así desdeñado. Ella me comentó de un accidente y su ojo de vidrio.
El compartir cada día y etapa fue para mí como un milagro. Eso que suceden sin querer al dar vuelta una esquina y encontrarlo. Un día peculiar como todos se lo hice saber.
- ¿Sería bueno hacer un viaje, juntos no?
- ¿un viaje? – pregunté
- Si. Ir algún lugar fuera de la ciudad
- Podría ser en las vacaciones...¡¡Je!!..
- Quisiera ir a las montañas. Allí hay una soledad que solo se disfruta con cada letra de esa palabra.
- Es muy poético – Le expresé y me acerqué a ella. Ambos estábamos en una misma sintonía.
- Quisiera que fuera eterno – Le dije
- ¿Qué cosa?
- Éste momento
- ¡Je! ¡je! Es solo un instante.
- Sí, pero es agradable..... – Comenté. Ella me miró – ¡¡Contigo!!
- ¿Eh?... – Se sonrojó --..¿?..
- ¡¡Perdón!!..- Dije avergonzado - ¡Estemm!...yo...-
Antes que pudiera expresarme ella me besó en la mejilla y luego como deslizándose recorrió cuidadosamente hasta llegar a mis labios. Fue en un momento en que el otoño se presentó con el sol iluminando la terraza.
- ¡Disculpa!... creí que si me lo guardaba podría perder un día de estos la oportunidad.
- No, no, ...- Dije – Yo debería haber tomado iniciativa.
Ambos nos reímos y continuamos. Luego tomados de la mano fuimos a la puerta de salida.
- ¡Será bello ir a las montañas!
- ¡Sii!!...- Comentó alegre.
Así fueron pasando las fechas..no pensaba más que en ella...y las hordas nos rodearon, y no nos dimos por enterado de ello.
Fue cuando un día de invierno fuimos ambos a la terraza como lugar habitual en el cual nos habíamos conocido. Ya estaba ocupada por varias personas. Las voces que allí desaparecían regresaron.
- Si, si...mátalos..
- Acaba con ellos.
Eran los avisos de mis oídos. Hice un gesto a Mei de que permaneciera detrás mío. Ella tomó mi mano. Algo no me había dicho.
- ¡¡Vaya!! Tenemos visitas muchachos
- Ahh..son los chicos del grado
- ¡¡Ahh!!... ¡¡Sii!!..¡¡¡Qué ganas de divertirme!!!.
Nos encerraron en tipo un círculo. La malicia de sus mentes era notable en sus rostros. Mei estaba asustada al punto de cerrar sus ojos y ladear la cabeza en ademanes negativos.
- ¡Esto no puede estar sucediendo! ¿Cómo no lo predije? – Se preguntó una vez y otra. Yo la observaba detenidamente sin saber nada al respecto. Decidí tomar cartas en el asunto ante la hostilidad que suponía delante de nosotros.
- Oigan, no queremos problemas – Dije y las voces crecían. Venían hacia a mí de ellos y se introducían.
- ¡¡Ven aquí muchacha!! – Uno de ellos tomó a Mei del brazo
- ¡Déjala! – fui hacia él, y otro me abrazó tomando mi cuello.
- Esa niña es la del ojo de cristal – dijo una chica riendo. Su sonrisa crecía como una media luna siniestra.
Sostuvieron a Mei en el suelo
- ¡¡¡¡¡Déjenme. Suéltenme!!!!! – Comenzó a gritar ella que volteó para verme. La chica sacó un punzón y lo fue acercando al ojo de Mei. Mi desesperación se hizo evidente.
- ¡¡Por favor!! – Grité. Otro me amarró, mientras se iba acercando más y más, aquel filo hasta tocar una retina de cristal. Mei se lanzó a llorar, en cuanto la sostenían de sus brazos y piernas. Luego pasó por su piel en los contornos hasta quitar la bola ocular. Una canica de vidrio, elaborada estéticamente para ella. Supe que había perdido un ojo. Ese era su secreto. Aunque existía más. Pero solo yo lo sabía.
- ¡¡¡¡¡Déjenla en paz!!!!!
Aquella mujer y esos hombres parecían poseídos. Ante la desesperación golpee a uno de ellos y fui contra quien sostenía a Mei pateando su cabeza. Mei se corrió a un costado y fui hacia ella.
- ¡¡Mei!!
- ¡¡¡Ah!! ¡Cuidado!!... ¡Octavioo!...- Gritó ella aterrada. Detrás de mi aquella chica clavando aquella arma en mis costillas una y otra vez.
- ¡Debemos matarlos!
- ¡¡Matarlos!!
- ¡¡Matarlos!!
- Si...¡¡¡Ja!!! ¡¡¡Ja!!!
Las voces. Las malditas voces.
- ¡¡¡Oct..Octa..Octavioo..!!!- Apenas pudo comunicarse Mei..Luego ella recibió otro corte por su cuello que no parecía por fortuna fatal. Ambos nos desplomamos en el suelo entre el shock y los disturbios de esos vándalos miserables. Nuestras miradas se iban acercando y nuestras manos se unieron. La soledad de un páramo se dibujó entre las montañas. Ella danzaba entre un campo de flores y yo la seguía. Ese fue el último pretexto para vernos juntos. Aunque sea en una tímida imagen.
- ¡¡Ja!! ...Mueran... ¡¡¡Mueran!!!.... ¡¡¡¡Todoss...!!!!!... ¡¡Ja!! – Aquel chico cortó el cuello de la mujer que llevaba el punzón. Y esa dama, alumna, parecía disfrutar de su muerte con una tortuosa mueca de diversión lasciva. Y después de ello, en su fetiche recibió varios golpes de sus otros dos compañeros, con unas piedras, estallando su cabeza en cuanto que sus sesos besaban el pavimento. El regocijo era un producto tentador en sus labios que blasfemaban. -
Los últimos dos en un forcejeo se lanzaron en plena lucha al vacío. Cayendo por el efecto entre los fierros de una construcción. Empalados ambos. Ante el ruido muchos alumnos fueron a las ventanas y vieron el desastre gritando y otros llorando de la desesperación. Las autoridades no tardaron en llegar al recinto del hecho.
Cuando desperté ya no recordaba nada de nada. Apenas quien era, y quien era Mei. Mei, se encontraba en las mismas condiciones.
Dos completos desconocidos.