Debe haber sido difícil de usar, porque Doradito tiró el hacha con impaciencia.
¡Un hacha nunca sería mejor que un puño!
Un rugido desenfrenado salió de su garganta cuando Doradito agitó sus frenéticos puños, cayendo sobre la carne como lluvia.
¡Bang, bang, bang!
El ritmo de Doradito aumentó, y no pudo evitar soltar un fuerte grito.
Era como la explosión del viento y la lluvia, un poder otorgado por la divinidad de Dios. Golpeó al líder Guardián del Laberinto en el pecho sin fallar, causándole mareos. Estaba sangrando a través de todos sus agujeros.
Los otros Guardianes del Laberinto estaban furiosos y atónitos. Intentaron detener la pelea.
Antes de que pudiera volver a golpear, los puños giratorios de Doradito fueron sostenidos por dos Guardianes del Laberinto.
—¿¡Ah!?
Doradito parpadeó cuando lanzó una mirada hacia los dos Guardianes del Laberinto.