Sunny escaló hasta el techo del APC y miró la devastada llanura de la Antártida Oriental, que se extendía en todas direcciones hasta donde alcanzaba la vista.
Habría podido enviar sus sombras en su lugar, pero en un día como hoy, Sunny quería verlo todo con sus propios ojos.
El suelo era gris, y el cielo tormentoso también era gris. Las cintas de arroyos someros y los lagos distantes eran oscuros, parecidos al plomo. El mundo parecía haberse vuelto mortalmente silencioso, como un depredador preparándose para saltar sobre su presa. El aire estaba lleno de tensión sofocante.
Frente a él, a cierta distancia, se podía ver un puesto abandonado, inclinado y con las paredes de su aleación desgarradas. Había una fea grieta negra de un Portal de Pesadilla brillando con oscuridad frente a la fortaleza desolada, y cerca de ella, indiferente a los susurros enloquecedores del Llamado, se podía ver una pequeña figura sentada en el suelo.