Max tenía toda la razón, en menos de dos minutos Nico llegó con una tableta de datos en su mano y una sonrisa en su rostro.
—Amanda. Es un placer verte de nuevo. Ahora puedes llamarme Furia. Relájate, no hay necesidad de ponerte firmes, me duele la espalda y ni siquiera tengo huesos ya —Nico la saludó, haciendo que la Mayor se estremeciera ante la informalidad antes de adaptarse a la realidad de la situación y a los nuevos estándares.
No formaba parte oficialmente de su organización en ese momento, y todos ellos estaban en una especie de limbo administrativo mientras se desarrollaba la guerra en el Imperio.
Nico continuó con su charla alegre, dándole a la Mayor Payne un abrazo con un brazo y mostrándole la tableta de datos que tenía.