—Estoy absolutamente emocionado por la boda de mi hermano —exclamó Lenard con alegría contagiosa, lanzando una mirada burlona a su reacio hermano—. He estado aguardando este día solo para presenciar a mi hermano en su atuendo de boda.
Arlan sintió un estallido de ira y frustración, con ganas de propinarle un puñetazo en la cara a su hermano. Sin embargo, tenía que mantener su compostura, ya que la volátil bestia dentro de él ya había sido agitada por el aroma que emanaba de Oriana. Ella era la que sangraba, sin embargo, él se encontraba debilitándose, una sensación que detestaba.
Lenard dirigió su atención a Oriana, ofreciendo un cálido y directo saludo:
—Cuñada, estoy encantado de tenerte aquí, asegurando que mi hermano no permanecerá soltero para siempre. Espero con ansias la llegada de mis pequeños sobrinos y sobrinas. —Miró a su madre—. Madre, tendrás un puñado de nietos.
La Reina Julien miró a su hijo con afecto:
—Me alegraría tener muchos de ellos de ambos mis hijos.