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El colosal Dosel Eterno descendía lentamente, su masivo tronco crujía mientras caía hacia el suelo destrozado del Sector 8. A pesar de la velocidad de su caída, parecía moverse en cámara lenta, como si el tiempo mismo se hubiera ralentizado.
Para la gente del Sector 8 flotando en el cielo, sostenidos en alto por las crepitantes antenas de relámpagos de Magnus u otras habilidades de parangones, se sentía como el fin del mundo.
Los edificios se habían desmoronado en polvo. Comunidades enteras yacían en ruinas, sus hogares reducidos a escombros. El choque entre Atticus y Blackgate había sido nada menos que catastrófico.
Sin embargo, a pesar de la devastación, todas las miradas estaban fijas en el árbol cayendo.
Sus expresiones estaban congeladas en horror e incredulidad. Pero no eran los hogares destruidos ni las innumerables vidas perdidas lo que llenaba sus mentes. Era el Dosel Eterno.