—¿Dónde está el doctor del que me hablaste antes? —preguntó el hombre de mediana edad a la persona que lo acompañaba mientras esperaba en la habitación.
—Está en camino. Necesitas esperar unos minutos —le dijo la persona al hombre de mediana edad.
El hombre de mediana edad se contuvo de rascarse. Ya tenía heridas por todo su cuerpo debido al rascado.
Las heridas eran muy dolorosas. No podía ni sentarse ni dormir bien durante algunas noches. Una vez que se dormía, no sabía cuándo volvería a rascarse.
Sus ojos se iluminaron cuando vio que la puerta estaba a punto de abrirse. Oraba para que el farmacéutico que iba a conocer hoy pudiera ayudarlo con esta enfermedad.
También fue a ver a algunos farmacéuticos, pero ninguno pudo curarlo de esta enfermedad. Intentó ver a los farmacéuticos de la Asociación de Farmacéuticos, pero nadie quiso atenderlo.