Jordan se inventó una excusa al azar y Sam no sospechó nada.
Sam asintió.
—Ya veo. Ya que también vas al Paraíso Perdido, te llevaré allí.
Jordan aceptó encantado la ayuda.
Por lo tanto, Jordan y Sam entraron en su avión. La cabina de este pequeño aparato era muy sencilla. Jordan ni siquiera podía encontrar el botón de arranque o el freno. De hecho, la tecnología estaba más avanzada.
Sam pulsó algo en la parte superior de la cabeza y el avión empezó a despegar.
Al ver que Sam seguía controlando el volante, Jordan preguntó:
—¿Tu avión no tiene función de piloto automático?
Jordan pensó que, puesto que la Tierra ya había inventado la conducción automática, no había necesidad de que la gente condujera por sí misma. Puesto que la tecnología del Planeta del Rey Celestial era tan poderosa, debería haberse inventado hace mucho tiempo.
Sam sonrió y dijo: