Al ver a su hija llorar desconsoladamente, Jordan tampoco pudo evitar las lágrimas. Sus lágrimas resbalaron por su cara y cayeron sobre el largo y sedoso pelo negro de Chloe. Había vivido en el campo de batalla, había sido testigo de numerosas muertes y también había sido un marido que vivió varias traiciones por parte de Hailey.
Ni siquiera la muerte y la traición hicieron que Jordan derramara una sola lágrima. Sin embargo, ver a su hija en semejante situación hizo que el corazón de Jordan se sintiera como si lo hubiera apretado un puño.
Con cuidado, mientras limpiaba las lágrimas de Chloe con ambas manos, descubrió que sus piernas estaban completamente hinchadas. Le quitó los pequeños calcetines rojos de dibujos animados que llevaba, sólo para encontrar los dedos de los pies poco hinchados y las pantorrillas igualmente lastimadas. La miró con dulzura y le preguntó: —Niña buena de papá, cuéntame. ¿Qué ha pasado?