Quizás no era que este pensamiento nunca se le había ocurrido a Bai Shuangshuang; simplemente sentía que estaba bien ya que no iba a ser ella la que ensuciara sus manos haciendo el trabajo de todos modos.
Bai Shuangshuang vio que Xiao Li estaba indecisa y se negaba a aceptar. Su rostro se oscureció y su voz se tornó fría. —Si estás siendo tan indecisa, inventando todo tipo de excusas solo para evitar hacer algo tan pequeño, entonces tampoco tienes que seguir trabajando para mí. Ve y encuentra a algún otro empleador mejor.
—Yo... Entendido. Iré enseguida. —Con las manos temblorosas, Xiao Li tomó la navaja de bolsillo y la escondió en su manga.
—¡Vete ya! —Bai Shuangshuang la despidió de mala gana.
Si Xiao Li no la hubiese escuchado, definitivamente la habría despedido en el acto.
Dilatando, Xiao Li dijo:
—Yo... Iré en un momento. Si entro allí demasiado temprano y me quedo sin salir, hará que otros sospechen.