Ian pasó varias horas dándole vueltas a diferentes estrategias. Sabía que enfrentarse directamente a la tribu de los hombres pájaro sería extremadamente arriesgado. Su control del viento y los rayos, combinado con su agilidad natural y las posiciones defensivas que mantenían en los árboles gigantes, hacía que un ataque frontal fuera casi una sentencia de muerte. Necesitaba un plan que minimizara los riesgos y aumentara las posibilidades de éxito.
Después de muchas deliberaciones y de consultar con Tarek, Ian llegó a una conclusión: la mejor forma de sacar a los hombres pájaro de su terreno ventajoso sería obligarlos a abandonar sus posiciones defensivas. Para eso, necesitaba crear un caos controlado que los forzara a salir de su escondite. La solución: explosivos mágicos.
Ian accedió a la tienda del sistema y comenzó a buscar entre una amplia gama de opciones. Había muchas variantes de explosivos mágicos, cada uno con propiedades y características distintas: algunos liberaban llamas intensas, otros generaban explosiones de energía mágica pura, mientras que otros creaban nieblas tóxicas o campos de fuerza. Finalmente, se decidió por un tipo de explosivo que no solo generaría una explosión potente, sino que también tenía la capacidad de desencadenar múltiples detonaciones en cadena al contacto con otros materiales mágicos cercanos. Esto sería perfecto para incendiar varios de los árboles gigantes y crear un efecto dominó que generara el caos entre la tribu enemiga.
El precio de estos explosivos era alto,
1 millón de puntos energéticos, pero Ian consideró que valía la pena la inversión. Con esta compra, su total de puntos energéticos bajó a 3.7 millones, pero la posibilidad de éxito de su plan aumentó significativamente.
Ian se reunió con Tarek y el resto del equipo para explicar el plan en detalle. "Usaremos los explosivos mágicos para volar los árboles en los que se esconden los hombres pájaro. El objetivo es obligarlos a salir a campo abierto, donde estarán vulnerables a nuestros ataques mágicos y a las habilidades de nuestros esclavos de alma," explicó, señalando un mapa improvisado del área.
"Cuando los explosivos hagan su trabajo y los enemigos queden expuestos, los magos bombardearán con hechizos de fuego y otros ataques a distancia. Simultáneamente, los esclavos de árboles usarán sus raíces etéreas para atrapar a los guerreros y chamanes que intenten huir o reagruparse."
Tarek asintió, satisfecho con el plan. "Es una buena táctica. Aprovechamos nuestra fuerza a distancia y nuestras habilidades para desmantelar sus defensas. Pero tenemos que estar listos para adaptarnos si las cosas no salen como esperamos."
Ian sonrió, consciente de los riesgos. "Lo sé. No vamos a subestimar a estos enemigos. Por eso necesitamos estar preparados para cualquier contingencia. Si alguno de ellos logra mantenerse en los árboles o lanzar ataques de relámpagos desde lejos, tendré que usar mi habilidad de control de almas para distraerlos o bloquear sus hechizos."
El equipo se dispuso a posicionarse estratégicamente. Colocaron los explosivos mágicos cuidadosamente en los puntos críticos alrededor de los árboles más grandes y densos, donde los hombres pájaro parecían tener sus principales refugios y bases. Cada explosivo estaba conectado a un detonador remoto que Ian tenía a mano.
Con todo listo, Ian dio una última revisión a las posiciones de su equipo y verificó que todos estuvieran listos para la ejecución del plan. "Manténganse enfocados," dijo, sus ojos brillando con determinación. "Este es solo el primer paso. Cuando comiencen las explosiones, no habrá vuelta atrás."
La tensión era palpable en el aire mientras Ian sostenía el detonador en su mano. Sabía que lo que estaba a punto de hacer podría ser decisivo, pero también extremadamente peligroso. Con una última mirada a su equipo, Ian respiró profundamente y apretó el botón del detonador.
En un instante, los explosivos mágicos hicieron su trabajo, desatando una serie de explosiones potentes que hicieron temblar la tierra. Las llamas y el humo se elevaron hacia el cielo, y los árboles gigantes comenzaron a crepitar y crujir, mientras las detonaciones en cadena provocaban un efecto de destrucción en cascada.
Los hombres pájaro empezaron a salir de sus refugios, desconcertados por el repentino ataque. Era el momento que Ian había estado esperando.
"¡Ahora!" gritó, dando la orden de comenzar el bombardeo mágico. La batalla había comenzado, y el éxito de su plan dependía de los siguientes minutos cruciales.
La primera detonación resonó a través del bosque como el rugido de una bestia colosal, y las explosiones continuaron una tras otra, en una violenta sucesión. Los troncos de los árboles gigantes comenzaron a partirse y caer, arrastrando consigo ramas enormes y estallando en una lluvia de astillas y fragmentos de madera. El aire se llenó de humo, chispas, y un calor abrasador que hacía temblar incluso a las raíces profundas.
Los hombres pájaro salieron de sus refugios, algunos volando frenéticamente hacia el cielo, otros tratando de reorganizarse en medio del caos. Las figuras de los chamanes alzaron sus bastones, invocando hechizos de viento para disipar el humo y relámpagos para atacar a las fuerzas de Ian. Pero justo como él había planeado, su repentina exposición los hacía vulnerables.
"¡A la carga!" gritó Ian, levantando su mano en señal para que el equipo comenzara el asalto. Los magos lanzaron una andanada de bolas de fuego y proyectiles de energía arcana. Las explosiones de magia estallaron en el aire, incendiando las ramas y forzando a los hombres pájaro a moverse más rápido para evitar ser alcanzados.
Los esclavos de los árboles vivientes entraron en acción. Sus raíces, ahora como sombras espectrales, se extendieron rápidamente por el suelo, alcanzando a los enemigos que intentaban tomar altura o huir. Las raíces se enroscaban alrededor de sus piernas y cuerpos, tirando de ellos hacia el suelo con una fuerza implacable. Los
hombres pájaro atrapados luchaban desesperadamente, pero la magia de los árboles y su capacidad para atraer el viento helado congelaban sus extremidades, ralentizando sus movimientos y debilitando su resistencia.
El líder de los árboles vivientes, más grande y poderoso que los demás, extendió sus raíces a una mayor distancia, atrapando a varios chamanes a la vez. Sus ramas se movían como látigos, golpeando con precisión y fuerza mientras los enemigos intentaban escapar de su alcance. Un chasquido eléctrico atravesó el aire cuando uno de los chamanes liberó un rayo desde su bastón, pero el líder de los árboles lo absorbió, disipando su energía en un destello de luz.
A pesar de la emboscada y la sorpresa inicial, los hombres pájaro comenzaron a reorganizarse. Sus guerreros formaron líneas defensivas, utilizando su agilidad para esquivar los hechizos y las raíces. Dos chamanes concentraron su magia, creando un ciclón de viento que barrió el área, enviando una ráfaga que derribó a uno de los árboles vivientes y lanzó a un grupo de goblins guerreros al suelo.
Ian se dio cuenta de que la batalla no sería tan fácil como esperaba. "¡Tarek, cubre a los magos! ¡Todos, manténganse en formación defensiva!" gritó, mientras utilizaba su piedra espiritual de alto grado para canalizar energía y preparar un hechizo poderoso. Podía sentir cómo la energía fluía a través de su cuerpo, amplificada por el poder de la piedra, llenándolo de determinación.
Tarek, usando su magia de tierra, creó una barrera rocosa alrededor de los magos, protegiéndolos de las ráfagas de viento y los ataques aéreos de los hombres pájaro. Los magos se reagruparon detrás de la barrera, lanzando proyectiles de fuego y rayos de energía a través de pequeñas aberturas.
Las avispas y las aves se lanzaron al aire, atacando a los enemigos que intentaban volar más alto para escapar. Sus aguijones disparaban veneno corrosivo y ácido, y en un trabajo en equipo preciso, rodearon a los hombres pájaro, restringiendo su movimiento en el cielo.
Ian, viendo la oportunidad perfecta, lanzó su hechizo. Una bola de fuego gigantesca, alimentada por la energía de la piedra espiritual, voló directamente hacia el núcleo del grupo de chamanes. La explosión resultante fue devastadora, incinerando a varios de ellos en un solo golpe y enviando a los restantes volando hacia atrás, heridos y desorientados.
La batalla se intensificó. Los hombres pájaro restantes, furiosos por la pérdida de sus chamanes, se lanzaron en un ataque desesperado. Sus lanzas brillaban con energía mágica mientras intentaban romper las defensas de Ian y su equipo. A pesar de estar en desventaja numérica, la disciplina y la preparación del grupo de Ian comenzaron a dar frutos. Los esclavos de los árboles vivientes continuaron usando sus raíces como armas, atrapando a los enemigos y manteniéndolos en el suelo, mientras los goblins guerreros avanzaban con furia, cortando y acuchillando con precisión y fuerza.
Los minutos pasaron como horas en medio de la batalla frenética. Ambos lados luchaban con todo lo que tenían, pero lentamente, la tribu de los hombres pájaros empezó a flaquear. Sus números disminuían, y con cada chamán caído, perdían gran parte de su ventaja mágica. Ian vio el momento decisivo acercarse.
"¡Presionen, no los dejen escapar!" gritó Ian, llevando a su equipo a dar el golpe final. La victoria estaba al alcance, pero sabía que no podían permitirse ningún error.