En esta enorme cúpula que se levantaba a más de diez metros de altura, un dragón gigante, con un diámetro de más de tres metros, se enroscaba de manera inconcebible.
¡Sss! Greg Jensen inhaló agudamente el aire fresco y, tras examinar cuidadosamente su entorno, se dio cuenta de que el dragón gigante no mostraba señales de vida, lo que le permitió relajarse.
Silenciosamente hizo circular su mana, y pasó un buen rato antes de que conjurara una bola de fuego que lanzó al aire, iluminando instantáneamente toda la cueva.
Solo entonces pudo ver claramente cómo era el dragón gigante.
El cadáver del dragón gigante se había descompuesto, quedando solo una capa de oscuras escamas de dragón azul cubriendo su inmenso esqueleto.
Había varios agujeros del tamaño de una cuenca en el cuerpo del dragón, y las escamas a su alrededor también estaban hundidas hacia adentro, evidentemente perforadas por armas afiladas.
Al mirar esos agujeros, Greg Jensen se sintió profundamente impactado.