Los labios de Asher se curvaron en una sonrisa astuta, y antes de que Cecilia pudiera reaccionar, la atrajo hacia él en un abrazo firme, rodeando su cintura con sus brazos y apretándola contra su cuerpo.
Su cuerpo se tensó, su corazón latiendo rápido nuevamente al sentir el calor de él envolverla. Sus labios se cernían justo sobre los de ella, el calor de su aliento enviando escalofríos por su columna vertebral.
—¿Q-Qué estás haciendo? —tartamudeó Cecilia, su voz apenas estable, sus manos presionando ligeramente contra su pecho mientras intentaba comprender su repentina osadía.
La sonrisa de Asher se ensanchó, su tono a la vez burlón y serio, —Mi deseo es... besarte cuando quiera. Puedes concederme ese deseo, ¿verdad? ¿O vas a retractarte de tu palabra? —Sus ojos brillaron con desafío mientras miraba a los de ella.