Me encontraba camino a la salida de la universidad después de un día pesado, mi carrera se había vuelto complicada, quería irme lejos de aquí y nunca volver, pero también quería demostrarme a mí misma que sí podía con ello. Mientras me debatía a mí misma decidí ir por un café a Yummy & Ready, la cafetería más famosa de la ciudad de Nueva York, mi lugar de estadía.
Camino allá, me llamó la atención un chico de aspecto asiático del otro lado de la calle que me miraba con ojos curiosos. No podía negarlo, él se veía bastante atractivo pero era un simple chico desconocido, así que no le tomé mucha importancia.
Al llegar a la cafetería me sentía un poco más relajada, entonces me dispuse a ordenar un café, unas galletas y me senté al lado de una ventana que daba hacia la calle. Y entonces pasó… Fue muy extraño… El mismo chico que vi antes en la calle estaba entrando a la cafetería, no sé qué tenía pero lograba llamar mi atención de una manera extraña, parecía que buscaba a alguien con la mirada. No sé cuánto tiempo estuve mirándolo, pero creo que se dio cuenta porque en cuanto cruzamos miradas no apartó sus ojos de mí, de hecho su mirada me daba a entender que era yo a quién buscaba. La forma en la que me miraba me ponía los nervios de punta sin saber por qué, así que bajé la mirada, cuando decidí verlo de nuevo noté que él ya no se encontraba ahí pero, en cambio, estaba esquivando algunas mesas para llegar a la mía. Bajé la vista de nuevo deseando con todas mis fuerzas que se siguiera derecho y que no fuera yo a quien buscaba realmente.
Cuando él se paró frente a mí, el sudor en mis palmas comenzó a brotar junto con una sensación en mis pies que no era del todo desagradable pero por fuera mantuve una postura de indiferencia sin alzar la mirada. No sabía por qué mi cuerpo estaba actuando de esa manera si yo nunca he sido el tipo de chica tímida a la que le cuesta socializar, más bien podría definirme a mí misma como alguien extrovertida y sin dificultades para hacer nuevos amigos. Al pasar de los segundo, al ver mi manera indiferente de actuar, él fue el primero en decir algo.
— ¿Está ocupado este asiento? — dijo él con una sonrisa pícara.
— No. — respondí con inmutable indiferencia. Al escuchar mi respuesta, aquel chico coqueto tomó asiento sin dejar de mirarme y se presentó.
— Disculpa mi atrevimiento, mi nombre es Kim Jong dae, pero puedes llamarme Chen. — dijo mientras estiraba su mano buscando estrechar la mía.
— Es un placer, mi nombre es Jordana McClane. — dije dándole mi mano para corresponder el gesto.
— Es un lindo nombre, no se encuentra muy a menudo.
— Si, no eres el primero que me lo dice, pero gracias de todas formas.
— De nada. —dijo guiñandome el ojo — ¿Te gustarí…?
— Aquí está su orden señorita Jordana. — dijo la mesera interrumpiendo la conversación mientras colocaba en la mesa lo que pedí hace unos minutos.
¡Demonios!, Pensé para mí misma. Chen no terminó su propuesta y no creo que se atreva a retomarla ahora. Estaba en lo correcto. En cuanto la mesera se alejó, él cambió de tema rápidamente.
— ¿Estás de paso o frecuentas seguido éste lugar?
— Honestamente es la primera vez que vengo aquí. — por más que me intrigaba saber lo que me había querido preguntar antes, no me atrevía a retomar el tema.
— Entonces, ¿Qué haces aquí McClane?
— Pues… Al parecer éste lugar es la novedad del momento, todos hablan maravillas de él y quise aprovechar mi tiempo libre para comprobarlo.
— Y, ¿qué opinas?, ¿te gusta? — dijo con tono pícaro
— No está nada mal — dije con el mismo tono que él.
— ¿Y qué tal la compañía?
— Tampoco está mal.
Río por lo bajo y se sonrojó, en realidad tiene una risa muy agradable y no pude evitar sonreír al oírla.
— Bueno y… — mi corazón se aceleró en ese momento, creí que tal vez me diría lo que intentó decir antes. — ¿No piensas comer lo que pediste?
—Oh, claro que sí. — dije un poco decepcionada mientras le daba un sorbo a mi café. —¿Tú no vas a pedir nada?
— ¿Lo dejamos para otro día?, tengo que regresar a la universidad y realmente se me hace tarde. — dijo mientras observaba su celular.
— Claro, será otro día entonces.
— Bueno, nos vemos luego. Adiós McClane.
— Adiós. — dije con la misma indiferencia del principio mientras él se dirigía a la salida con rapidez.
De regreso a la universidad intenté no pensar mucho en aquel desconocido, pero mis intentos fueron inútiles, seguía cuestionándome a mí misma cómo un chico cualquiera podía meterse en mi mente y en mi vida de esa forma tan atrevida. Tampoco dejaba de pensar en aquella sonrisa pícara y las preguntas sin concluir. Después caí en la cuenta de que no sería posible volver a verlo, ya que ninguno pidió el número del otro y sería difícil volver a coincidir en una ciudad tan grande como aquella, no sabía nada de él más que su nombre, pero pensé en volver al día siguiente a aquélla cafetería con la esperanza de volver a encontrarlo. Una vez en casa, me puse a terminar mis tareas del día siguiente para la universidad, tomé un baño y fui a dormir pensando en su manera de actuar tan coqueta.
A la mañana siguiente, el calor abrasador en mi cara que provenía de la ventana de mi cuarto me despertó, eso me hizo caer en la cuenta de que había olvidado poner mi alarma y se me había hecho tarde; me levanté inmediatamente al ver que ya eran las 9:00 am, si me daba prisa tal vez llegaría a tiempo para la siguiente clase. Después de un rápido análisis de mi clóset, me puse unos Jeans de mezclilla, una blusa negra de manga larga, un suéter blanco, mis tenis casuales blancos y mi mochila negra de cuero. Me recogí el cabello en una cola de caballo, preparé café soluble en un termo, cerré mi departamento con llave y finalmente conduje con velocidad hacia la universidad.
Mi auto era un Ford Fiesta color rojo modelo 2009, tal vez no era la gran cosa pero me sacaba de muchos apuros. Llegué justo a tiempo para la segunda clase y me senté al lado de mi mejor amiga, estar con ella siempre se sentía como volver a casa, nos entendíamos muy bien y se había convertido en mi familia ahora que estaba en Estados Unidos, muy lejos de mis padres.
— Hola Andy, ¿me perdí de mucho hasta ahora? — dije con una preocupación que ella notó inmediatamente.
— No realmente, pero mañana va a haber un examen sobre lo aprendido este parcial.
— ¡Oh no! ¿Qué voy hacer?, no voy a saber nada del tema de hoy.
— Tranquila, no es la gran cosa. Si quieres podemos ir a Yummy & Ready saliendo de las clases y te explico el tema con un café que tú me vas a invitar, por supuesto. — dijo ella guiñando el ojo y riéndose.
Perfecto, pensé para mis adentros, tal vez me encuentre a Chen en el café, cualquier cosa puede pasar.
— Vale, lo que sea por no suspender la materia. — dije en un tono de resignación fingido.
Las clases siguieron su curso normal y al terminar nos dirigimos a la cafetería como acordamos. Después de recorrer todo el camino hacia la cafetería entramos e hicimos nuestro pedido para después sentarnos en una mesa junto a la ventana y comenzar a estudiar para los exámenes.
Mientras estudiabamos, yo inspeccionaba el lugar con la mirada disimuladamente para ver si él se encontraba ahí.
— ¿Entonces?
— ¿Entonces qué? — respondí sin tener idea de lo que me había dicho Andrea antes de eso.
— Vamos chica, ¿qué pasa contigo? Estás demasiado distraída hoy.
— No sé de qué hablas, eso no es cierto.
— Ajá. — dijo en tono de incredulidad.
— Hablo en serio.
— Mejor ya dime qué te tiene así. — dudé por unos segundos si debía contarle o no, porque sabía que si se lo decía me haría muchas preguntas y no me dejaría en paz hasta que se lo presentara. Pero tampoco creía que fuera lo correcto ocultarle cosas a mi mejor amiga —Bueno pues… Resulta que hay un chico…
— ¡Lo sabía!, ¿Cuál es su hombre?, ¿es guapo?, ¿vive en la ciudad? Vamos, cuéntame to-do — dijo alargando cada sílaba de la última palabra.
— Pues tal vez podría contarte to-do si es que cerraras la boca un segundo. — dije en tono burlón mientras le lanzaba una papa frita de nuestra orden.
— De acuerdo, ya me callo, no tienes que alterarte.
Le conté toda la historia y cuando quedó satisfecha con los detalles reanudamos los estudios, esta vez intenté concentrarme lo más que pude pero sin perder la esperanza de verlo cruzar por esa puerta otra vez. Así se pasaron las horas y Chen nunca apareció.
Al dar las 8:00 pm, decidimos que era hora de irnos, así que fui a dejar a Andrea a casa de sus padres y luego me dirigí a mi apartamento. Una vez ahí dejé mis cosas y me dirigí a mi habitación, me puse mi pijama, me quité el poco maquillaje que llevaba, y me lavé los dientes. Mientras me acomodaba dentro del cobertor pensé que en verdad tenía ganas de verlo de nuevo, supongo que nuestro encuentro solo fue una coincidencia, aunque si no es así el destino ya se encargará de que nos volvamos a encontrar. Entonces no me preocuparé, que pase lo que tenga que pasar.