–¡Deja de acapararlo!– se queja Yu.
–Has tardado más de lo que esperaba– ríe su hermana, alejándose.
Yu está a punto de perseguirla. Pero no la dejo.
–No creas que te vas a escapar tan fácilmente.
Ella se deja caer sobre la cama. Mirándome. Expectante. Yo de pie, pisando el suelo. Frente a ella. Abro sus piernas. Una sobre mi hombro. Ella medio sentada. Sus manos apoyadas en la cama. Las mías en su culo. Abrazándolo.
Me acerco para besarla. Ella me recibe con la humedad de su boca. Con la pasión de sus labios y su lengua. Me separo para mirar sus ojos verdes. Se abren más cuando la penetro. Igual que su boca.
Lo hago con suavidad. Empujo despacio. Pero puedo ver en sus ojos que me pide más. Así que voy acelerando. Ella no deja de mirarme. Su lengua humedece sus labios. Sugerente. Tentadora. Ella misma se acerca un poco. Para pedirme un beso. Me acerco también, pero me separo en el último momento. Va a quejarse. Pero entonces la beso. Es largo y húmedo. No la suelto durante todo el orgasmo
Cuando me separo, ella intenta recuperar la respiración. Sin dejar de mirarme sensualmente.
–Más– pide en un susurro.
Vuelvo a embestir en ella. Se deja caer sobre la cama. Rindiéndose al placer. Rindiéndose a mí. Así que no quiero decepcionarla. La llevo poco a poco al clímax. Al mismo tiempo que me dejo llevar también. Eyaculo en ella cuando la convulsión de su vagina presiona contra mi miembro. Y sigo haciéndolo mientras ella se corre.
Me inclino hacia ella y la beso. Nos quedamos un rato abrazados. Si no estuviéramos en medio de un peligroso bosque, sería perfecto. No me importaría pasar el resto de mis días así. Con ellas.
–Song te está esperando– me susurra, algo reluctante.
Le doy un último beso. Es muy dulce. Considerada.
–Te quiero– le susurro al oído.
Ella se pone roja. Aparta la mirada y esconde el rostro. Es adorable. Me vuelvo hacia Song.
–Si crees que no puedo yo sola contigo, estás muy equivocado– me desafía, señalándome, botando ligeramente sus pechos al hacerlo.
–Me temo que te va a ser más difícil de lo que piensas– me río, sin moverme.
–¿Qué quieres decir…? ¡¡Aaaah!!
Shi y Liang la han cogido desprevenida. Las estaba viendo, y me ha costado no reírme, no delatarlas.
–Así que soy una pervertida– se burla Shi, cogiéndola de una mano.
–No he podido decir que no– se disculpa Liang, riéndose y cogiéndola de la otra.
–¡Traidoras! ¡Te dejas ayudar porque no puedes tú solo!– me acusa.
–Cierto– reconozco–. Pero eso no cambia nada. ¿Te rindes?
Me acerco a ella. Sujetando uno de sus abundantes pechos. Disfrutando de su suavidad. De como llena mi mano. Mi boca llega hasta la suya. Acallando sus protestas.
–Qué remedio– se rinde, dejándose caer sobre la cama.
–No se ha resistido mucho– ríe Liang.
–Es normal. Ya sabes que es un poco pervertida– se venga Shi.
–Esto no quedara así– amenaza Song.
Pero sus amenazas no tardan en convertirse en gemidos. Llevo mis labios a su pezón. Lo succiono como si fuera a salir leche. Mi mano disfruta de su otro pecho. La otra mano, juguetea con su entrepierna.
–Que erótica– valora Yi.
Sin duda lo debe ser. Aunque mis ojos solo ven la piel pecosa de su pecho. Al que mis labios chupan. Mis dientes mordisquean. Mi lengua lame. La oigo gemir. Noto como aprieta sus piernas.
Arquea su espalda cuando se corre. Me incorporo y la miro. Sus ojos verdes ligeramente humedecidos, casi suplicantes. Se muerde el labio inferior. Abre las piernas, invitándome. Me coloco entre ellas. La penetro de una vez. Vuelve a arquearse. Su cabeza hacia atrás.
–Malo…– se queja débilmente.
Empiezo a moverme dentro de ella. Pero esta vez con suavidad. Sus piernas poco a poco me van envolviendo. Sus manos, liberadas, me abrazan. Sus labios me buscan y me encuentran. Otras veces beso su cuello. Mis manos buscan de vez en cuando sus pechos. O los noto presionándome sensualmente.
Lo hacemos despacio. Como si hiciéramos las paces. Sintiéndonos. Sin prisa.
–Es tan tierno cuando quiere…– comenta Liang.
–Sí. A veces se hace el duro, pero es muy cariñoso– sigue Shi.
Saben que las estoy oyendo. Quieren avergonzarme.
–Y sorprendentemente tímido– ríe Yi.
–Se ha puesto rojo– añade Yu.
Sin duda, lo han conseguido.
–Y eso es un de las razones por la que te queremos– susurra Song.
La beso. Ignorando a las demás. Concentrándome en penetrarla. En controlar el qi. En darle placer con suavidad. Con ternura. Supongo que sí soy un sentimental.
Nos corremos los dos. Y nos quedamos abrazados. Los seis. Las otras cuatro se han incorporado poco después. Incluso nos traemos a la pequeña tigre. No tardamos en dormirnos. Excepto Yi.
–Me tiene que tocar guardia– protesta.
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A la mañana siguiente, la tregua con Song es rota por ella unilateralmente. Me cabalga de lado. Una mano sobre mi pecho. La otra en mi pierna. Su cabeza ligeramente girada, mirándome. Sus pechos moviéndose lascivamente.
Yi me cabalga de espaldas. Al menos puedo agarrar y juguetear con sus pechos. Aunque parece que esta mañana me toca ser dominado. Yu me cabalga de cara. Besándome cada vez que puede.
Shi es más dominante. Se está vengando. Una pierna entra las mías. La otra sobre mi hombro. Me mira desde arriba. Sonriendo arrogante. Mordiéndose el labio mientras se mueve sobre mí.
Solo Liang se muestra sumisa. Sobre la cama. Sus piernas en el suelo. Yo de pie. Me ha pedido que sea rudo. Como con Shi ayer. Eso hago. Embistiéndola. Su culo vibra en cada embestida. En cada manotazo.
–Es un poco celosa– se ríe Shi.
–No lo sabes bien– le da la razón Song.
Liang las oye, pero no dice nada. Creo que se hubiera reído. Si pudiera.
–¡¡¡AAAAAaAaaahhh!!! ¡¡¡¡HHHHHHhhhHHHAAAAAAaaaaAAAAaaaaaaaaAaaaaahhHHhhHhHHHHH!!!!
Tiene un último y fuerte orgasmo cuando la lleno. La abrazo un rato. Luego las envío de vuelta. Van todas a un estanque a bañarse. Me gustaría ir con ellas. Llamo a las otras.
–Quiero ver tus aptitudes como puta. Sírveme– le ordeno a Rong, tumbado sobre la cama, con mis manos bajo la cabeza.
Frunce el ceño, pero obedece. Me hace una felación. Va mejorando. Luego se pone sobre mí. Se mueve con suavidad.
–Sonríe. Que parezca que disfrutas. Quiero oírte decirlo. Que parezca real– le ordeno.
Debe de ser humillante para ella. Pero me da igual.
–Mi amo es el mejor. Su polla dentro de mí… ¡Tan intenso! ¡Ah! Me gusta. ¡Ah!
Reconozco que no es mala actriz. Es casi creíble. Pero le falta pasión. Empieza a acelerar cuando su orgasmo se aproxima.
–Preocúpate de mi placer, no del tuyo. Que tú te corras no importa. Más despacio. Muévete en círculo también. Bésame de vez en cuando. Que parezca que te gusto– la detengo.
Ella se muerde el labio y obedece. Me besa en los labios. En la barbilla. Gime. Me adula. No es la primera vez que ha tenido que hacer algo así.
–¿Cuántas veces hiciste de puta?
–No sé… ¡Aah! Más de cien. Quizás de doscientos. ¡Ah!– reconoce.
Eso explica algunas cosas.
–Acelera. Quiero oírte llamarme.
Obedece sin dilación. Ayer Rui la estuvo disciplinando por la noche. La tengo al borde del orgasmo desde hace un rato.
–¡¡AAaaaaah!! ¡¡Sí Amo!! ¡¡AMoooooo!! ¡¡Aaaahh!!
Se desploma sobre mí. La hago besarme. Luego la aparto.
–No está mal. Tienes talento como puta. Lástima que seas tozuda.
Ella no responde. Aparta la mirada. La envío de vuelta. Luego hago que me sirva Rui. Ella lo hace con mucha más pasión. La dejo correrse varias veces. Cuando la dejo, me besa casi con desesperación.
También le hago servirme a Ning. Pero es algo más difícil. Conseguir que no solo se preocupe de su placer. Rui es pervertida. Incluso ninfómana. Pero al menos mantiene la cordura. Ning se pierde en el placer. Sé que tengo mi parte de culpa. Al menos consigo que se modere un poco. La amenazo con no dejarle correrse.
Antes de devolverla, le hago quitar el escudo. Podría simplemente destrozarlo, pero es más fácil así.
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Yu sube por la pared de piedra. Es la mejor en escalada. El resto miramos desde abajo. A ella y al cielo. No vemos ninguna silueta, pero no podemos fiarnos. Respiramos aliviados cuando lanza una cuerda. Subo por ella. Al resto las he mandado dentro.
–Bien hecho– alabo a Yu.
Ella sonríe y recibe mi beso. Parece especialmente feliz por el halago. Envío la cuerda de vuelta a las chicas. Para que sepan que no ha habido ningún problema. Me adentro con Yu en el bosque.
Caminamos cerca del barranco. El Puente de piedra debería estar sobre este, más adelante. O eso dice el mapa. Además, así, de ese lado no tenemos que preocuparnos. Y las enormes aves de presa no pueden atravesar los árboles. Lo único malo es que no podemos huir por allí.
Una daga se clava en un árbol cercano. Atraviesa un alargado insecto con muchas patas.
–Un ciempiés argento. Sus escamas se usan para hacer joyas. No de mucha calidad, pero son bonitas. ¿Puedes dejarlo en mi habitación?
–Claro.
Las gemelas duermen juntas, pero tienen una habitación individual. Para cuando se enfadan. O para guardar algunas cosas. Apuesto que quiere darle una sorpresa a su hermana. No pregunto. Ya me lo dirá si quiere. Con su sonrisa es más que suficiente. No puedo evitar darle un beso.
–Tonto– se adelanta ella, de nuevo sonrojada.
Dan ganas de molestarla un poco más. Pero no podemos distraernos demasiado.
Al cabo de un rato, oímos un chillido agonizante. Un poco más allá, una impresionante ave está justo al barranco. Ha capturado un simio. Dos más la miran desde la distancia, sin atreverse a acercarse. No sé exactamente en qué etapa está, pero en el reino del alma. Los simios son similares a los que nos atacaron.
Sus plumas son brillantes, pero solo la parte de arriba. La de abajo es la que se difumina con el cielo. Se nota el qi circulando mientras devora su presa. Hay más qi y de mejor calidad que el mío. No sé muy bien cuál es la diferencia. Pero lo he visto en algunos discípulos del reino del alma. Y maestros. Como sea. Supongo que lo entenderé más adelante.
Por ahora, nos escabullimos de allí en silencio. O eso creemos. Los simios se giran hacia nosotros. Nos miran y gruñen. No parece que quieran atacar. Así que seguimos adelante. Sin dejar de vigilarlos.
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Hemos encontrado y recogido bastantes frutas. De momento solo las guardamos. No sabemos si son comestibles. Tendremos que conseguir algún manual. Solo hay un par de tipos que reconocemos. Son bastante jugosas. Yu se vuelve a poner roja cuando me río de su cara morada. Prometo no decirle nada a su hermana. Las intercambio poco después.
Le doy a Yi el mismo fruto, a ver si acaba igual que su hermana. Y no me decepciona. Reconozco que he sido un poco malintencionado. Aunque ella casi no le ha dado importancia. Incluso se ha reído.
Más adelante, se agacha para coger una piedra. Es bonita. Me la quedo mirando. Ella sonríe.
–No tiene nada especial. Solo es bonita. Si la pulo un poco, podría hacer un collar para Yu. En unas semanas es su cumpleaños. Ahora solo necesito una cadena o cuerda adecuada.
–Ya veo.
Me quedo pensando. Yo no sé cuando es mi cumpleaños. Ni creo que Shi, Song o Liang sepan el suyo. No es algo que los esclavos sepamos o celebremos.
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–Nos están siguiendo. Hay mucho silencio detrás– Yi frunce el ceño.
Aceleramos el paso. Se acercan. Podemos oírlos. No se esconden. No es buena señal. Nos desviamos hacia un árbol al que podemos subir. Y defendernos. Incluso los simios tendrían problemas si defendemos la posición.
Nos quedamos mirando, preocupados. He llamado a las demás. Estamos agazapados entre las ramas y las hojas. Pronto los vemos. Son cuatro ciervos. Parecidos a los que vimos días atrás. Siguen su camino a toda prisa. Están huyendo de algo. Casi una decena de simios. Al menos no era a nosotros a quienes seguían.
Envío de vuelta a todas menos a Shi. Avanzamos con cuidado. Alejados del camino anterior. No vaya a ser que los simios vuelvan por el mismo sitio y nos encuentren. Contra tantos, sería muy peligroso. Pero tampoco podemos dejar de avanzar. Cada instante que estamos parados es peligroso.
Le explico a Shi los planes de las gemelas.
–Déjanoslo a nosotras– sonríe.
Está planeando algo. Creo que pretenden hacer algo por ellas. Nada malo, espero.
–¿Tú sabes cuando es tu cumpleaños? ¿O el de Song o Liang?– le pregunto.
–No, y no creo que ellas lo sepan– se encoge de hombros. Luego me mira con ojos penetrantes–. ¿Acaso planeas celebrarlo?
–Bueno, estaría bien– desvío la mirada.
No sé por qué, pero me siento un tanto avergonzado. Ella me besa en la mejilla.
–Supongo que podría celebrar el día en que me llevaste contigo. Y lo mismo para Song y Liang. Y tú… Mmmm… ¿Cuando obtuviste este poder?
No me esperaba la pregunta. Pero soy incapaz de dejar de responder. No a esos ojos azules.
Seguimos avanzando. Tengo la impresión de que está más alegre. Algo está maquinando.