Gray frunció el ceño, aún sin entender lo que Mandy intentaba decir. Decidió ser inusualmente directo. Estaba acostumbrado a jugar con la mente de las personas, pero con ella era diferente. No toleraría eso, así que tenía que ser honesto.
—No entiendo. ¿Qué es exactamente lo que estás ofreciendo? —preguntó.
Mandy le sonrió de una manera que hizo que su corazón diera un vuelco en su pecho. Colocó una mano en el lado de su rostro y lo acarició suavemente. —Yo. Estoy ofreciéndote a mí. Nunca me llevaste contigo ni siquiera volviste a visitarme, pero no tengo intención de dejarte ir ahora que te encontré de nuevo, Michael Gray.
Se inclinó hacia adelante en su taburete y le plantó un suave beso en los labios.