La situación siempre había sido una bomba de tiempo en marcha, destinada a explotar tarde o temprano. Con las constantes interacciones entre la gente mágica y el reino humano, era solo cuestión de tiempo antes de que los detalles de los conflictos entre ellos y la gente bestia se hicieran conocidos.
Rain entendía que muchos de la gente mágica aún albergaban un profundo rencor hacia los humanos, y era inevitable que algunas de las tribus más militantes entre ellos buscaran reavivar las llamas de la guerra. Sabía que tendría que enfrentarse a estos problemas de frente antes de que se escalaran a un conflicto más significativo y problemático. El delicado equilibrio de paz en su mundo compartido era frágil, y necesitaba estar preparado para los desafíos que se avecinaban.