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—Gracias por venir hoy, y mis disculpas por la llamada repentina —dijo Branden cuando el grupo llegó a la puerta de su casa.
La nueva casa de Branden era incluso más grande que la vieja que tenían los abuelos de Rain. Tenía un jardín del tamaño de un campo de fútbol, y el edificio era del tamaño de un resort de alta clase que se vería en la Tierra. Gracias a eso, Jori, Reca, Liss, Asche y Terra cruzaron las puertas como si fueran robots que necesitasen un poco de aceite en sus articulaciones.
Branden guió al grupo hacia el interior de la casa, y el lugar ciertamente era lujoso; un montón de armaduras, pinturas y ventanas coloridas se podían ver en todas direcciones. Aparte de eso, Rain solo encontraba sirvientes y guardias alrededor.
—Hoy está todo el mundo fuera, así que no te preocupes por ver a alguien inesperado —dijo Branden—. Mi padrastro, madre y hermana mayor están ocupados.