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1.03% Alma Negra / Chapter 2: 2

Chapter 2: 2

Saqué el arma del pantalón y abrió sus ojos en sorpresa; luego me acerqué al ver lo desesperada que estaba para quitarle la cinta que cubría su boca, y su llanto no tardó en escucharse.

—No me hagas nada, te lo suplico.

—Esa expresión no creo que la hayas tenido antes de robarle a mi padre.

—Ya le devolví todo. No lo volveré hacer, lo juro, pero por favor, déjenme ir.

Nunca he matado a nadie, pero en realidad, no sentía lástima por ver a alguien suplicando por su vida. Estaba acostumbrado a ver muertos todos los días, y ver las torturas que brinda mi padre a sus enemigos. Si tenía que describir lo que sentía en este momento, la palabra correcta sería: nada. Saber que le hizo algo malo a mi padre, ya con eso es suficiente para sentir ganas de destruirla.

El pulso no iba a fallarme, y a la distancia que me encontraba de ella, no había forma de fallar el tiro. Le apunté en la cabeza y solo podía ver cómo su expresión se volvía más inquietante. Su llanto era desesperante para mis oídos, así que cargué el arma y la miré.

—¿Le tienes miedo a morir? — le pregunté, a lo que ella asintió con su cabeza. Su rostro se veía irreconocible, por todas las lágrimas que continuaba derramando—. En tu otra vida espero no cometas el mismo error o terminarás de la misma manera que ahora— halé el gatillo sin pensarlo dos veces. No había nada que pensar. Fue una orden de mi padre y debía cumplirla; además de que ella misma se lo buscó. No creo en segundas oportunidades. Quien la hace una vez, la hace dos y tres veces.

Su cuerpo cayó al suelo, y ese rojo carmesí no tardó en mancharlo. La consideré bonita hasta ese momento. Aún después de lo que hice, no podía sentir nada. Era la primera vez que experimentaba la presión del arma al disparar, y fue algo maravilloso y emocionante. Sabía que desde ese momento que halé el gatillo, era el comienzo de un viaje sin retorno, pero mi objetivo es cumplir, sin importar cuál sea la orden.

—Oficialmente te has convertido en un hombre. Eres mi orgullo, John.

—Gracias, papá.

—Tu madre se pondrá muy contenta con esto.

—Lo sé.

Han pasado dos semanas luego de lo ocurrido. Hoy planeo ir con Aquiles a la base, pero me tomó por sorpresa la llegada de mi madre.

—¿Cómo está el hombre de la casa?

—¡Mamá! — la abracé, y le di un beso—. ¿Cómo te fue en el trabajo? ¿Pudiste resolver el asunto?

—Sí, y más que eso. Te tengo una sorpresa.

Mi madre salió de la casa y regresó de la mano con una chica. Por su apariencia parecía una adolescente, no creo que pasara de los 16 años. Su piel era trigueña, su pelo castaño oscuro y largo. Estaba vestida con un traje corto, que se podía apreciar parte de sus muslos.

—Tu padre quería que la conocieras. Ella es Pilar. Será tu primera novia, hijo.

—¿Primera novia? — pregunté confundido.

—Sí, vas a cuidar de ella como todo un hombre. Son órdenes de tu padre.

La miré y ella sonrió desviando la mirada. No parecía como que quisiera estar aquí.

—Mi nombre es John, es un placer conocerte.

—Igualmente— su cuerpo estaba temblando, y mi madre le agarró ambos hombros.

—¿No le darás un beso a tu novio, Pilar? —ella me miró nerviosa.

—Lo siento, señora — se acercó, y me dio un beso en los labios.

Miré a mi mamá y se veía muy contenta. Estaba sorprendido, era la primera vez que me besaban.

—¿Podemos hablar a solas, mamá? — le pregunté, y ella dulcemente sonrió.

—Déjame llevar a Pilar a tu habitación. Ya regreso— se fue a mi cuarto, y fui al estudio para esperarla.

Al llegar, le pregunté directamente sobre esto.

—¿Por qué quieren que ella sea mi novia? Se ve claramente que ella no quiere estar aquí.

—Son planes de tu papá, quiere que sepas lo que es tener una novia.

—No estoy interesado en eso, mamá. Tengo muchas cosas que hacer en estos momentos. Si no tiene que ver con negocios, ¿Para qué voy a cuidar de una mujer?

—¿Prefieres que la eliminemos?

—En realidad me da lo mismo, pero no me interesa tener a esa mujer, y menos sabiendo que no está a gusto.

—Hablaré con tu papá y que él decida. Ya no pongas esa cara, mi niño. Para ser un hombre debes experimentar también el sexo, y para eso es una de las razones que tu padre la quiere aquí.

—¿No estoy muy joven para eso?

—No, el sexo se puede tener siempre y cuando haya una linda chica y sientas deseo. Buscaré a tu papá. Sube a la habitación y no dejes que se vaya.

—Está bien, mamá.

Subí a la habitación y, al entrar, ella estaba detrás de la puerta. Trató de golpearme con una lámpara y le agarré la mano.

—¿Eres estúpida o te haces? ¿Qué estás tratando de hacer? — tiré la lámpara al suelo, y cerré la puerta—. Vuelves a hacer algo como esto y te mato— su rostro palideció, y retrocedió.

—¡Déjame ir de aquí, por favor! ¡Tienes que ayudarme! — me rogó entre lágrimas.

Suspiré molesto y me senté en el borde de la cama.

—Me da lo mismo lo que quieras o no. Si mi padre te trajo a este lugar, a ti te toca resignarte y hacer todo lo que te pidan. Odio los malditos escándalos, y no acabas de llegar, y ya estás armando un maldito alboroto — traté de usar un tono firme y molesto.

En realidad, estaba irritado, si no llego a estar prevenido, me hubiera sorprendido con la guardia baja.

—Diles que no quieres estar conmigo y me dejarán ir, por favor.

—El que entra a esta casa no sale, niña. Tienes dos opciones, seguir las reglas o dejarte cortar el cuello, escoge la que más prefieras.

—¿Qué es lo que quieren conmigo?

—Ni idea, pero no me agrada para nada saber que tendré que compartir mi cama y comodidad, con alguien tan escandalosa como tú. Deja de llorar, que a nadie le importan tus lágrimas. Al contrario, me irritan y, créeme, no querrás conocerme molesto. Trata de no colmar mi paciencia, tengo muy poca.

Tocaron la puerta y ella corrió a la otra esquina de la cama; estaba asustada y se pegó a la pared. Que niña tan gallina.

Mi padre entró al cuarto y, al verlo, me levanté de la cama.

—Vamos al estudio, hijo — me dijo.

—No trates de hacer otra estupidez o no respondo— la miré molesto, y salí de la habitación.

Mi madre se quedó en la puerta para vigilarla y yo bajé al estudio con mi padre.

—¿Quién es ella? ¿Por qué la trajiste, papá?

—Ella es la hija de uno de mis enemigos, hijo.

—¿Y por qué no la matas de una vez?

—Quiero que tengas tu momento con ella. Ya eres un hombre, ¿No es así? Es tiempo de que pruebes una mujer de calidad como Pilar. ¿No te gusta?

—Es muy ruidosa y no podré dormir bien teniéndola en el mismo cuarto. Puede matarme mientras duermo; además necesito descansar para los entrenamientos todos los días, y tengo que atender los negocios, padre.

—Lo sé, pero será por un tiempo, quizás una semana o dos. Ten tu momento con ella, hijo. Demuéstrame que eres un hombre de verdad y que saliste a mí, eso es todo lo que quiero que hagas.

—¿Estarás satisfecho si lo hago, papá?

—Sí, y muy orgulloso de saber que tengo al hijo varón que tanto le pedí a Dios— sonreí al escuchar sus palabras.

—De acuerdo, lo haré.

—Ese es mi hijo.

Subí a la habitación y, según entré, me di cuenta de que ella estaba contra la pared todavía.

—Bien, ¿Por dónde comenzamos, Pilarcita?


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