Hades
Ella se reía al entrar a la habitación. Cuando sus ojos se encontraron con los míos desde donde yo estaba, fumando junto a la ventana, su diversión se desvaneció. Algo se retorció en mi estómago ante su repentino cambio. Como si su risa no fuera destinada para mí.
Sus ojos se agrandaron antes de que pareciera calmarse, su expresión se volvió cuidadosamente neutral. —Bienvenida de vuelta, has vuelto temprano —comentó, su voz no llevaba emoción, era casi monótona. Por alguna razón, eso me molestó.
No habíamos hablado ni una palabra desde aquella vez que había estado diabólicamente ebrio de su sangre. Yo me levantaba antes de que ella incluso se despertara y ella ya estaba dormida para cuando yo regresaba a la habitación. Las tensiones habían estado aumentando pero por primera vez ella no inició ninguna discusión para aplacarlas. Era casi como si no le importara. Y ahora regresaba de algún lugar riéndose como una colegiala.