Fueron meses enteros de reflexión, de incesante meditación, de repasar una y otra vez la idea, el concepto, la finalidad. Aquel que espera que la humanidad muera, aquel que espera para alimentarse, aquel que goza de vida y muerte. Aquel que asecha pacientemente por venganza.
El buitre.
La hermosa Talia era su objeto de venganza, la felicidad negada, la tristeza, el corazón roto, la ilusión... sería un héroe para ella, o un villano terrible que le quitase todo...todo, sin dejarle nada. De todos modos el objetivo era el mismo, un poco de amor... amor carnal.
El entrenamiento duro, la obsesión, la locura creciendo, todo fue un preparativo para aquello que en verdad lo convirtiese en el asechador nocturno. Fue un viaje místico a la oscuridad del mundo.
Destrucción global, evitar aquello, se convirtió en una manía, en un objetivo imposible que trastornó su mente, asesinar, dejar morir a la mitad del mundo, un problema demográfico que englobaba todas la miserias humanas y naturales.