Chapter 16: EQUIPO ROJO CONTRA EQUIPO VERDE PARTE 2
El tiempo de descanso se agotó y ambos equipos regresaron a la arena de combate. La atmósfera era palpable, pesada, cargada de una energía oscura que emanaba del equipo verde. Algo había cambiado. Sus rostros, antes tranquilos, ahora reflejaban una serenidad peligrosa, y sus movimientos en el calentamiento habían sido más calculados, más fríos. Algo se estaba gestando, y Killer lo percibió al instante: una especie de presión contenida, como si estuvieran esperando el momento perfecto para desatar su verdadero poder.
La segunda mitad del partido comenzó, y esta vez el equipo verde era el encargado de dar el pase inicial. La jugada arrancó con una precisión letal. El balón llegó rápidamente a los defensas del equipo verde, que iniciaron una rápida transición hacia el ataque. Killer, que había estado observando cuidadosamente, no dudó ni un segundo y se lanzó a la ofensiva, dispuesto a interceptar cualquier intento. Pero algo no cuadraba: Suarez y Danna parecían haber reducido la velocidad de su presión, lo que desconcertó a Killer.
¿Qué les sucede a las chicas? pensó, sin poder evitar una creciente inquietud.
— Es hora de jugar —dijo Camilo, el capitán del equipo verde, con voz baja pero llena de determinación. El tono en su voz resonaba como una advertencia.
El balón pasó de un defensa a la centrocampista del equipo verde, que lo controló con elegancia. Con una rapidez vertiginosa, la jugadora dribló hacia adelante y, en un abrir y cerrar de ojos, David fue superado, incapaz de reaccionar a la velocidad con la que el balón pasaba de un pie al otro de la rival. El campo comenzó a estrecharse, y el equipo verde se acercaba con una fluidez que inquietaba. El siguiente en intentar detener la jugada era Alex, quien se adelantó para usar su presión muscular, pero…
— Tu arma es la presión física, pero si tensas tanto tus músculos, no podrás hacer movimientos flexibles —advirtió la rival, mientras detenía su avance repentinamente. Con una agilidad desconcertante, la jugadora realizó un regate y pasó el balón entre las piernas de Alex, quien ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar. Con una destreza fluida, la rival giró con su espalda hacia Alex, dejando atrás su intento de bloqueo.
Avanzó sin prisa, pero con una seguridad absoluta hacia la portería, pero en un movimiento inesperado, frenó su avance y saltó, levantando el balón por encima de su cabeza.
— Ahora es tu turno, ¿No es cierto? Ladrón apuesto —bromeó con una sonrisa burlona, mirando a Jeffer que ya se lanzaba al suelo, dispuesto a robar el balón con su habilidad de robo furtivo. Sin embargo, Jeffer falló. Se quedó en el suelo, frustrado, mientras la jugadora seguía flotando en el aire con una expresión triunfante.
El tiempo parecía dilatarse, y en ese instante, Killer apareció, colocándose de forma estratégica frente a ella. Colocó una mano firme en su abdomen, tratando de detener su avance, mientras Dairo se alineaba frente a la portería para cubrir el ángulo de tiro. Sin embargo, la jugadora verde, con una sonrisa desafiante, pareció anticipar cada uno de sus movimientos.
— Van un paso atrás, ¿Si todos me marcan a mí, quién marca a nuestro capitán? —la jugadora exclamó con una risa que solo pudo intensificar la sensación de peligro que se cernía sobre el equipo rojo.
El pase llegó con precisión quirúrgica a Camilo, quien estaba completamente libre de marcas. Con su pierna derecha, lanzó un disparo directo a la portería, y parecía que nada podría detenerlo. Ana, sin embargo, estaba atenta, más que nunca. No importaba lo que sucediera a su alrededor, ella solo veía el balón. En su mente no existía el escenario, ni los jugadores rivales; solo el balón.
Se lanzó hacia él, su cuerpo pareciendo moverse por instinto, y logró interceptar el tiro con la punta de sus dedos, desviándolo lo suficiente para que se estrellara contra el poste. El balón rebotó, y Alex fue el primero en reaccionar, atrapándolo con agilidad. Aprovechó el rebote y, con rapidez, lo pasó hacia el lado izquierdo a Danna, quien se preparaba para iniciar un contraataque. Alex, confiando en la habilidad de su compañera, lanzó un pase arriesgado hacia ella, un pase casi imposible de alcanzar, pero que confiaba en su capacidad para hacer lo imposible.
Danna, con su famosa flexibilidad extrema, hizo lo que pudo, estirándose al máximo, pero el balón se desvió y golpeó su espalda, cayendo directamente en las manos de un defensor del equipo verde, que rápidamente lo envió hacia su centrocampista. Esta, con un dominio total del balón, lo controló con destreza, evitando que tocara el suelo. Utilizó la flexibilidad de sus tobillos para girar con una velocidad impresionante, y cuando Killer se acercó para marcarla, distrajo su mirada por un solo segundo, observando a Suarez y David, quienes se veían visiblemente agotados, luchando por mantener el ritmo.
Fue solo una fracción de segundo, pero suficiente para que la jugadora verde avanzara sin ser detenida. Mientras los pensamientos de Killer se centraban en sus compañeros, el juego seguía siendo un escenario implacable de rapidez y tácticas calculadas, donde cualquier descuido podía marcar la diferencia entre la victoria y la derrota. Y, en ese momento, Killer sabía que el segundo tiempo aún no había revelado toda su peligrosidad.
El ambiente en la arena de juego había cambiado drásticamente. La agresividad del equipo verde estaba comenzando a ser demasiado para el agotado equipo rojo. Killer, quien antes había estado en control, ahora veía cómo su equipo se desmoronaba lentamente bajo la presión. La estrategia de los verdes había resultado efectiva: el desgaste físico y mental del equipo rojo los había dejado vulnerables.
Con Danna y Suarez tambaleándose por los calambres y el dolor, David luchando contra su mareo y el agotamiento extremo de todos, los verdes, liderados por su centrocampista, una jugadora formidable en el campo, comenzaron a ganar terreno. Cada pase, cada regate, cada jugada parecía una condena para los rojos.
Ana, quien antes había sido la muralla impenetrable en la portería, ahora se encontraba indefensa ante los ataques implacables del equipo verde. El balón que golpeó el poste y luego entró en la portería fue la culminación de una serie de movimientos perfectamente orquestados por el equipo rival, con su centrocampista como la pieza central, la auténtica líder en el campo. El equipo verde había marcado el empate, y el moraleja del equipo rojo cayó por completo.
"¡Caímos en su trampa!" - Killer pensó, mientras veía a sus compañeros exhaustos. El equipo rojo había cometido el error fatal de subestimar la resistencia de los verdes. Habían jugado el primer tiempo pensando que su ventaja era suficiente, pero ahora, al borde de la rendición, la realidad se les imponía con dureza.
Con la trompeta sonando para dar inicio al segundo tiempo, Killer trató de mantener la calma. Recibió el pase de David, quien no podía más, y lo envió rápidamente a Suarez, pero ella no pudo reaccionar. Sus piernas estaban demasiado cansadas y los calambres la detuvieron. No obstante, el balón seguía en movimiento, y Killer, con todo lo que le quedaba de energía, avanzó hacia el frente.
La centrocampista verde no tardó en cerrar el paso, pero Killer, en su furia, rompió la defensa con su increíble velocidad y fuerza. Sin embargo, el capitán del equipo verde, Camilo, apareció justo a tiempo para presionar de nuevo, dejando a Killer sin opciones. Desesperado, el joven atacante lanzó un pase a Danna, esperando que su compañera pudiera hacer algo con el balón.
El control del esférico parecía imposible, pero la habilidad de Danna, con su increíble flexibilidad, hizo que el balón se quedara pegado a sus pies. Pero en cuanto intentó moverse, el dolor se apoderó de su cuerpo. Los calambres, el agotamiento extremo, y el dolor de sus articulaciones la obligaron a regresar el balón rápidamente, cayendo al suelo mientras las lágrimas le corrían por el rostro.
"Mierda, estamos acabados", pensó Killer, mientras observaba a sus compañeros rendidos, derrotados por el propio cuerpo.
Con el juego avanzando, la presión de Camilo y los defensores verdes sobre Killer lo hizo perder su concentración. Sin embargo, en ese momento, la furia del joven atacante se desató. Con los músculos tensos y la sangre hirviendo, su cuerpo comenzó a moverse casi con una fuerza descomunal. Los ojos de Killer brillaron en rojo, y con un grito de desesperación y rabia, desató un disparo brutal hacia la portería.
El balón voló con velocidad, pero un defensor verde se interpuso y, con un esfuerzo brutal, desvió el disparo. La pelota salió disparada, pero el daño ya estaba hecho. Killer miró impotente cómo su esfuerzo se desvanecía mientras el defensor caía al suelo, postrado por el dolor, después de recibir el impacto.
A medida que el equipo verde se lanzaba al contraataque, la defensa roja colapsó por completo. Alex y los demás defensores ya no podían seguir el ritmo. Los verdes, con su excelente manejo del balón y su estrategia precisa, llegaron rápidamente a la portería de Ana.
Fue cuestión de segundos. La presión de Camilo y la magia de su centrocampista lo hicieron todo más fácil. Un último pase preciso a su capitán, y la pelota terminó en la red. El segundo gol de los verdes había sido anotado, y el marcador estaba empatado, 2-2.
El equipo rojo estaba completamente devastado. Cada jugador sentía cómo su cuerpo y su mente se desmoronaban bajo el peso de la fatiga. La energía de los verdes parecía interminable, mientras que los rojos ya no podían más.
El final del partido estaba cerca. ¿Podría el equipo rojo encontrar una chispa de esperanza y dar el último esfuerzo? O, ¿el equipo verde acabaría con sus sueños de clasificación? La siguiente jugada podría ser la definitiva.
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