La mañana siguiente, Karl olvidó completamente advertir a Jill sobre la araña en el balcón, pero cuando ella no regresó con Dana después de un minuto, fue a revisar y la encontró envuelta como un capullo, y brillando de poder gracias a la barrera mágica que había levantado a toda prisa.
—Gracias por finalmente venir a ver cómo estaba. Ahora, ¿serías tan amable de pedirle a esta joven que me deje ir para que pueda llevar a mi alumna a clase a tiempo? —Jill solicitó.
Karl consideró la mirada de furia contenida por ser atacada por segunda vez por las mascotas de Karl cuando fue a despertar a Dana, y por un momento, contempló si no sería más seguro dejarla ahí.
Pero ella podría salir fácilmente, solo estaba esperando que él lo hiciera para no tener que luchar con la Araña de la Matanza.
—Rae, puedes dejarla salir. Ella es la maestra de Dana, no le hará daño, solo la despertará para las instrucciones matutinas antes del desayuno —Karl instruyó.