—Sr. Pierson, ¿puedo llamar? Necesito discutir un asunto importante con usted con respecto a la invitación dorada que envió a mi hermano —Zoren arqueó una ceja mientras Benjamín dejaba de hablar. Sus ojos se posaron en el teléfono sobre el escritorio y Zoren lo tomó.
—Llama a la Srta. Penelope —ordenó, y el teléfono marcó el número de Penny. Mientras sonaba, le hizo señas a Benjamín para que se fuera.
Benjamín sonrió de oreja a oreja, sabiendo que su jefe no podía verlo. Contuvo una risa mientras giraba y salía de la habitación, dándole a Zoren y a Penny algo de privacidad.
—¿Hola? —Zoren saludó en cuanto se conectó la llamada—. Te extrañé.
Penny, que estaba a punto de hablar, cerró la boca cuando sus palabras se quedaron atascadas en su garganta. Presionó sus labios tratando de suprimir la sonrisa que tiraba de su rostro.
—Hola —murmuró, apartando la vista del montón de trabajo frente a ella—. Yo también te extrañé.
Zoren sonrió satisfecho. —No, yo te extraño más.