—Madre, ¿por qué Padre y los demás ni siquiera nos miran? —dijo Yan Yishuang, desanimada, mientras seguía a Tía Lin y Yan Wenbin de regreso al Patio Shuangxin.
Ella había estado esperando el regreso de Padre durante mucho tiempo. Antes, siempre que Padre salía, siempre le traía un regalo, y siempre era la primera a quien abrazaba al regresar. Pero esta vez, aunque Padre regresó, su mirada nunca se posó en ella.
Esto la hizo sentir muy decepcionada, como si Padre ya no la amara.
La expresión de Tía Lin era algo gris, pero aún así forzó una sonrisa y dijo:
—Tu padre ha sido ascendido esta vez; hay demasiadas cuestiones que debe atender. Simplemente no nos ha visto aún. Una vez que termine con sus asuntos, vendrá a vernos.
Yan Yishuang estaba algo escéptica, —¿De verdad?
Yan Wenbin también miró, incertidumbre en sus ojos.
Tía Lin miró a sus ansiosos hijos, su estado de ánimo algo amargo.