—Fred —comenzó ella, su voz impregnada de desesperación—, si sabías quién era yo, ¿por qué no me atrapaste antes? ¿Por qué no me entregaste enseguida?
Fred la miró de reojo, su expresión inescrutable.
—No vine por ti, Annie —dijo él, su voz firme y objetiva—. Estaba investigando la muerte de Ronald. No tenía idea de que estuvieras involucrada o incluso en Ciudad Crescent. Fue solo por casualidad que di con tu rastro.
El corazón de Annie dio un vuelco.
—Entonces, ¿no lo sabías?
Fred negó con la cabeza.
—No. No hasta hoy. Pero es afortunado que te hayas entregado tú misma. Ahorra muchos problemas a todos.