El Segundo Líder, el golem de piedra y metal, era más resistente. A pesar de las grietas que cruzaban su cuerpo, seguía siendo una amenaza formidable. Con movimientos lentos pero poderosos, trataba de aplastar a los aventureros que lo rodeaban. Sin embargo, la coordinación de los guerreros y magos era implacable.
Mientras el golem lanzaba un pesado puño hacia el suelo, un grupo de magos conjuró un hechizo que rodeó al gigante con cadenas de energía. Las cadenas chisporroteaban, limitando sus movimientos mientras los aventureros se lanzaban al ataque. Las espadas y martillos se estrellaron contra su cuerpo de piedra, cada golpe haciendo añicos las partes debilitadas por el hechizo anterior.
Con un último esfuerzo, el golem intentó liberarse de las cadenas, pero fue en vano. Un guerrero enano, blandiendo un martillo gigante, corrió hacia él y, con un grito de guerra, golpeó el pecho del golem con todas sus fuerzas. El impacto resonó por toda la mina, y el torso del golem se partió en dos. La criatura quedó paralizada, y con un rugido metálico, su cuerpo colapsó en el suelo, esparciendo polvo y escombros a su alrededor.
La batalla en la mina alcanzaba su punto álgido. Tras la derrota de los primeros dos líderes monstruosos, los aventureros, ahora concentrados, dirigieron su atención hacia los dos líderes restantes: el monstruo de tentáculos y el espectro etéreo. Ambos, conscientes de que su derrota era inevitable, comenzaron a preparar un último y devastador ataque.
El Monstruo de Tentáculos, con su cuerpo gelatinoso y sus numerosos tentáculos cubiertos de espinas venenosas, se movía de manera caótica, atrapando a cualquier aventurero que se atreviera a acercarse. Su habilidad principal, Tormenta Venenosa, consistía en lanzar espinas afiladas que, al impactar, liberaban un veneno paralizante que podía incapacitar incluso a los guerreros más fuertes. A medida que el combate progresaba, la criatura desplegaba una habilidad especial aún más temible: Absorción Tentacular, en la cual cualquier aventurero atrapado por sus tentáculos comenzaba a perder vitalidad, que era transferida directamente al monstruo, dándole más energía.
El monstruo, herido pero lleno de rabia, se preparaba para su último ataque: Detonación Venenosa. Su cuerpo gelatinoso comenzaba a hincharse y a brillar con un resplandor tóxico, señal clara de que estaba acumulando toda su energía para explotar en una explosión masiva de veneno, capaz de devastar el campo de batalla y a todos los aventureros cercanos. Sin embargo, antes de que pudiera ejecutar su plan, los tecnomantes se coordinaron para neutralizarlo.
Los tecnomantes, una combinación de magos especializados en magia elemental y tecnología avanzada, desplegaron lanzas de energía concentrada, armas capaces de cortar cualquier material con precisión. Estas lanzas emitían un resplandor azul intenso, y con un sonido agudo, dispararon al mismo tiempo. Las lanzas atravesaron los tentáculos del monstruo, cortándolos de raíz. Con la fuente de su ataque suicida interrumpida, el monstruo lanzó un chillido estridente y se tambaleó.
Un equipo adicional de aventureros, armados con cañones de plasma, dispararon una ráfaga coordinada de energía pura directamente al núcleo del monstruo. La explosión fue inmediata: el cuerpo gelatinoso se desintegró por completo en una nube de veneno que rápidamente se disipó. Los aventureros, ahora fuera de peligro, giraron sus cabezas hacia el último enemigo.
El espectro, al ver cómo su aliado caía, elevó su ira a niveles inimaginables. Flotando por encima del campo de batalla, era casi imposible de golpear. Su habilidad principal, Terror Mental, sembraba dudas y confusión en la mente de los aventureros, debilitando su moral y haciéndolos más vulnerables a los ataques enemigos. Además, lanzaba Rayos de Oscuridad, un tipo de magia negra que drenaba la vitalidad de los objetivos a distancia, debilitándolos lentamente.
La fuerza del espectro residía en su intangibilidad: era imposible dañarlo con ataques físicos convencionales, ya que su cuerpo etéreo esquivaba cualquier golpe directo. Cada vez que un aventurero intentaba enfrentarlo, su figura se desvanecía y reaparecía a varios metros de distancia, burlándose de sus oponentes con susurros que sembraban el caos en sus mentes.
El líder espectral estaba acumulando poder para su Oscuridad Total, una habilidad que podría haber envuelto toda la mina en una densa niebla oscura, drenando la energía vital de todos los presentes. No obstante, los tecnomantes estaban preparados para contrarrestar este ataque devastador.
El equipo de tecnomantes sacó su arma más poderosa: un Disruptor Electromagnético de Runa Arcana, un dispositivo capaz de interferir con entidades mágicas como el espectro. El líder de los tecnomantes, un elfo de largos cabellos plateados, activó el dispositivo, liberando una onda de energía que envolvió todo el campo de batalla. La luz del dispositivo brillaba con intensidad, mientras las runas arcanas inscritas en su superficie comenzaban a brillar.
El espectro, incapaz de soportar la interferencia mágica, fue forzado a materializarse. Su cuerpo etéreo adquirió una forma física, visible y vulnerable por primera vez. Sin perder tiempo, los aventureros armados con rifles de energía y cañones de plasma concentraron todos sus disparos en el núcleo del espectro, un orbe de energía oscura que brillaba en el centro de su pecho.
Los proyectiles de energía perforaron su cuerpo, debilitándolo considerablemente. El espectro intentó lanzar un último ataque, pero los drones explosivos desplegados por los tecnomantes lo alcanzaron antes de que pudiera terminar. Los drones, pequeños dispositivos voladores cargados de explosivos de alta potencia, se incrustaron en el cuerpo del espectro y explotaron al unísono.
Con una explosión final, el espectro fue destruido. Su forma física se desmoronó y su energía oscura se disipó en el aire, dejando el campo de batalla libre de su influencia maligna. Los aventureros, agotados pero victoriosos, observaron los restos de los cuatro líderes monstruosos esparcidos por toda la mina.
La batalla había terminado. Los aventureros habían conseguido derrotar a los cuatro monstruos de nivel 4, y la mina, junto con su preciada veta de minerales de mejora de grado superior, estaba finalmente asegurada. Los aventureros comenzaron a reunirse, algunos recuperando a sus heridos, otros celebrando la victoria, conscientes de que su arduo trabajo había dado frutos.
Con la derrota de los cuatro líderes monstruosos y el cese de la batalla, la atmósfera en la mina se calmó, pero no por completo. Aunque los aventureros celebraban su victoria, muchos estaban heridos, y otros seguían en estado de alerta, vigilando los alrededores por cualquier posible amenaza.
Ian, observando desde su posición, analizaba cada detalle. Había sido una batalla impresionante, pero lo que más llamó su atención no fue la victoria en sí, sino las habilidades y la tecnología que los aventureros habían mostrado.