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41.37% El Elegido del Infierno / Chapter 60: El colapso de la Gruta del Cielo

Chapter 60: El colapso de la Gruta del Cielo

Tras salir de la cueva con todas las piedras espirituales de bajo rango y los restos de la energía espiritual líquida, Ian decidió seguir explorando el vasto bosque que conformaba el semiplano. Durante unas horas, buscó más recursos y derrotó a varios monstruos que se cruzaron en su camino. Sin embargo, a pesar de sus intentos, no pudo esclavizar a ninguno de los monstruos que eliminó; las almas parecían resistirse a su control.

Mientras avanzaba por el bosque, algo cambió en el ambiente. Sin previo aviso, el suelo comenzó a temblar levemente, y un extraño sonido retumbó a lo lejos. Ian se detuvo de inmediato, desconcertado por lo que ocurría.

¿Qué está pasando? preguntó, volviéndose hacia Tarek, que lo seguía de cerca.

Tarek, con una expresión seria, observó los temblores que sacudían el suelo y rápidamente comprendió la situación.

Hemos saqueado las fuentes que mantenían la estabilidad de este semiplano, amo. Las piedras espirituales y la energía líquida que extrajimos estaban conectadas a la estructura que mantenía el equilibrio aquí explicó Tarek con tono urgente. Este lugar está por destruirse. Si no salimos pronto, quedaremos atrapados en el colapso del semiplano.

Ian frunció el ceño, entendiendo la gravedad de la situación. El semiplano estaba colapsando debido a la extracción de los recursos espirituales que mantenían su estabilidad. Los temblores se hicieron más intensos, y pequeñas grietas comenzaron a abrirse en el suelo, creciendo rápidamente.

¿Cuánto tiempo tenemos? preguntó Ian, calculando su próximo movimiento.

No mucho respondió Tarek. Debemos salir de inmediato.

Ian miró a su alrededor mientras notaba que el bosque entero parecía vibrar bajo la presión del inminente colapso. Los árboles comenzaban a inclinarse, y el aire se volvía cada vez más denso, señal clara de que el semiplano estaba perdiendo cohesión.

En ese momento, Ian divisó a las otras facciones que conocía. Esos grupos, que habían formado una alianza temporal para explorar y saquear este semiplano, también se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo. Se movían rápidamente, recogiendo lo que podían mientras se preparaban para escapar. La alianza que habían formado no significaba nada en ese momento; cada uno se preocupaba únicamente por su supervivencia.

Es mejor que nos vayamos ya dijo Ian, consciente de que no había tiempo para enfrentamientos ni distracciones.

Sin perder tiempo, Ian dio órdenes claras a Tarek y a las almas esclavas que lo acompañaban.

Recojan todo lo que puedan. No podemos dejar ningún recurso atrás. Sáquenlo todo y prepárense para salir.

Tarek y los demás obedecieron de inmediato, dispersándose por el bosque para recoger las piedras espirituales y cualquier rastro de energía espiritual que aún quedara. Mientras tanto, los temblores seguían intensificándose, y el suelo comenzaba a fracturarse a mayor velocidad.

De repente, un fuerte crujido resonó en el aire, y una enorme grieta se abrió en el centro del bosque. El cielo comenzó a fragmentarse, como si el semiplano estuviera rompiéndose en pedazos. Era evidente que no quedaba mucho tiempo.

¡Rápido! ordenó Ian. Recoge todo lo que puedas y sal de aquí.

A medida que las facciones rivales también recogían sus pertenencias y se apresuraban a escapar, Ian se concentró en asegurarse de que él y su equipo no quedaran atrapados en la destrucción inminente. Los temblores ya eran tan fuertes que caminar por el bosque se hacía difícil, y cada segundo contaba.

Finalmente, cuando el semiplano parecía estar al borde del colapso total, Ian reunió a todos y se preparó para hacer su salida.

Es hora de irnos dijo, con un último vistazo al caótico paisaje. No queda nada más aquí.

Ian, consciente de que las otras facciones podrían seguirlo o intentar interferir en su escape, decidió actuar con astucia. Mientras el caos crecía a su alrededor y el semiplano continuaba desmoronándose, dio una rápida orden a Tarek y a sus esclavos.

Escóndanse dijo con firmeza. No podemos dejar que los demás sepan que los tengo.

Tarek asintió y, junto con los otros esclavos, se desvanecieron en las sombras del bosque, ocultando sus presencias y evitando ser detectados por las facciones rivales que aún permanecían en las cercanías. Ian sabía que mostrar a sus esclavos podría generar preguntas y atraer miradas indeseadas.

Con su equipo bien oculto, Ian salió al claro, fingiendo estar solo. Las facciones que ya habían formado una débil alianza lo vieron y lo observaron con cautela. Algunos aún recogían los restos de los recursos que quedaban, mientras otros ya se preparaban para escapar.

Ian no perdió tiempo. Sabía que el colapso del semiplano era inevitable y que quedarse un minuto más pondría en riesgo su vida. A pesar de los temblores que hacían que el suelo temblara violentamente bajo sus pies, se movió con determinación, dirigiéndose hacia la única salida conocida de ese lugar inestable.

A medida que avanzaba, el cielo sobre él se fracturaba como si fuera de cristal, y las enormes grietas en el suelo seguían extendiéndose rápidamente. El estruendo era ensordecedor, como si el mismo mundo estuviera siendo devorado desde adentro.

Las otras facciones, viendo que Ian estaba dejando el área, comenzaron a moverse también. Algunos grupos lanzaban miradas de recelo hacia él, pero en ese momento, la prioridad de todos era sobrevivir al inminente colapso.

Una vez que estuvo lo suficientemente lejos de las miradas curiosas, Ian hizo una señal discreta y sus esclavos, incluyendo a Tarek, volvieron a aparecer. Se reunieron con él rápidamente, listos para continuar su escape.

¿Todo está bajo control? preguntó Ian, asegurándose de que sus órdenes se hubieran cumplido.

Sí, amo respondió Tarek. Hemos recuperado todo lo que pudimos. No queda nada de valor en este lugar.

Ian asintió, satisfecho. Habían logrado saquear el semiplano, llevándose los recursos más valiosos y dejando el lugar en ruinas. Ahora, solo quedaba salir antes de que todo colapsara por completo.

Con sus esclavos ocultos nuevamente, Ian avanzó hacia la salida del semiplano, evitando cualquier enfrentamiento innecesario con las facciones restantes. Sabía que su prioridad era regresar con los recursos que había obtenido y fortalecer aún más su poder.

Finalmente, tras lo que pareció una eternidad, Ian divisó el borde del semiplano. El portal de salida brillaba a lo lejos, cada vez más inestable a medida que el colapso se aceleraba. Sin perder tiempo, Ian y sus esclavos atravesaron el portal justo cuando el semiplano comenzaba a desmoronarse por completo detrás de ellos.

Al salir, Ian respiró hondo, sintiendo el aire fresco del mundo exterior. Habían escapado por poco, pero el riesgo había valido la pena. Ahora, con las piedras espirituales y la energía espiritual líquida en su poder, Ian estaba más cerca de alcanzar sus objetivos.

Miró a Tarek y a sus otros esclavos, y una leve sonrisa se dibujó en su rostro.

Es solo el comienzo murmuró para sí mismo. Esto es solo el principio.


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