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2.06% El Elegido del Infierno / Chapter 3: La Mazmora del Terror

Chapter 3: La Mazmora del Terror

Avanzaba a través del árido y abrasador paisaje infernal, el calor era casi insoportable. Sus ropas estaban pegadas a su piel debido a la transpiración, y el sudor le caía por la frente mientras sostenía su espada oxidada con firmeza. Después de horas de exploración, el terreno comenzó a cambiar sutilmente. Las rocas y el suelo se volvían más irregulares, y el paisaje árido daba paso a formaciones rocosas más oscuras y húmedas.

Mientras caminaba, Ian se encontró con una grieta en la pared de una montaña cercana. La grieta era pequeña, apenas visible, pero parecía ser el único punto de interés en el área desolada. La curiosidad lo impulsó a investigar. Se acercó con cautela y, usando las manos y herramientas improvisadas, comenzó a despejar los escombros que bloqueaban la entrada. La grieta reveló un pasaje estrecho que se adentraba en la oscuridad, y una sensación de anticipación lo invadió. Sin saber lo que le esperaba, decidió entrar.

El pasillo de la mazmora era angosto y estaba iluminado por una serie de antorchas que parpadeaban débilmente. Las paredes estaban cubiertas de una sustancia húmeda que emanaba un olor a putrefacción. A medida que Ian avanzaba, el aire se volvía más pesado y denso. El eco de sus pasos resonaba en el vacío, amplificando su sensación de aislamiento y soledad.

Al avanzar por el pasillo, Ian notó que la temperatura descendía gradualmente. El aire fresco que lo rodeaba ofrecía un breve alivio del calor infernal. Sin embargo, la tranquilidad de la exploración se rompió cuando llegó a una amplia sala que parecía estar abandonada. Columnas de piedra se alzaban de manera irregular, proyectando sombras siniestras en las paredes. El suelo estaba cubierto de polvo y restos óseos, signos evidentes de los muchos que habían perecido en este lugar.

De repente, el silencio de la sala se vio interrumpido por un crujido. Los esqueletos, que parecían inertes en el suelo, comenzaron a moverse lentamente. Sus huesos crujían y se sacudían, y sus ojos vacíos brillaban con una luz siniestra. Ian se tensó, sus sentidos alertas. Los esqueletos se levantaron de entre los escombros, y aunque parecía que no podían hacer mucho daño, su número era desalentador.

Ian desenvainó su espada oxidada con una mezcla de nervios y determinación. La batalla contra los esqueletos comenzó con un ataque de sorpresa. Los primeros esqueletos avanzaron hacia él con movimientos torpes pero implacables. Ian se movió con agilidad, utilizando las columnas de piedra y las estatuas como cobertura. Cada golpe que asestaba debía ser preciso; el acero oxidado de su espada no era lo más efectivo contra los huesos desmoronados.

Con cada enfrentamiento, Ian descubría que la clave para derrotar a los esqueletos era el ritmo y la técnica. Sus movimientos eran metódicos, buscando debilidades en los esqueletos y apuntando a sus puntos más vulnerables. La batalla era intensa y agotadora, con el sonido de los huesos quebrándose y el metal chocando resonando en la sala. Ian se movía entre los pilares, esquivando ataques y contraatacando con fuerza.

A medida que eliminaba a los esqueletos uno por uno, comenzó a sentirse más confiado en su habilidad para manejar la situación. La sensación de alivio fue breve, ya que más esqueletos emergían de entre las sombras. La batalla continuaba, y cada segundo parecía estirarse mientras Ian se enfrentaba a la creciente oleada de enemigos.

La intensidad de la lucha lo llevó al límite de su resistencia. Sus movimientos se volvieron más calculados y estratégicos a medida que se daba cuenta de la importancia de conservar energía y usar su entorno de manera eficiente. La sala se llenaba con el eco de los combates y el crujido de los huesos mientras Ian mantenía la lucha en equilibrio.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, los últimos esqueletos fueron derrotados. Ian, jadeante y cubierto de polvo y sudor, se tomó un momento para recuperar el aliento. El suelo estaba cubierto de huesos rotos y restos de los enemigos derrotados. Ian miró a su alrededor, observando el escenario de la batalla con una mezcla de cansancio y alivio.

Con la sala despejada de enemigos, Ian comenzó a explorar más a fondo. Sus ojos se ajustaron a la penumbra, buscando cualquier cosa que pudiera ser útil en la mazmora. Su mente estaba enfocada en el próximo desafío, consciente de que lo que había enfrentado era solo el comienzo de lo que le esperaba en este oscuro y misterioso lugar.

Ian se adentró en la mazmora con una mezcla de emoción y cautela. La atmósfera era opresiva, con una oscuridad casi tangible que envolvía cada rincón. Después de haber enfrentado a los esqueletos en las primeras salas, se encontraba ahora en una habitación de dimensiones medias, con paredes adornadas con extrañas runas que brillaban débilmente en un verde fosforescente.

Las primeras amenazas surgieron de las sombras. Un par de gárgolas, con alas membranosas y una apariencia grotesca, emergieron con rugidos agudos. Ian no tuvo tiempo para reaccionar antes de que las gárgolas se lanzaran hacia él, sus garras afiladas cortando el aire. Ian levantó su espada oxidada, tratando de bloquear el ataque, pero las gárgolas se movieron con una agilidad sorprendente, esquivando su defensa y atacando de nuevo.

Ian sintió el peso de las gárgolas golpeando contra su escudo improvisado. Los impactos lo hacían tambalearse, y una sensación de desesperación se apoderó de él. Las criaturas volaban en círculos a su alrededor, atacando con una serie de embestidas rápidas. Ian, cansado y herido, intentó contraatacar, pero sus movimientos eran torpes y lentos en comparación con la velocidad de las gárgolas.

Durante el combate, Ian notó que no estaba solo en la sala. Más gárgolas comenzaron a aparecer, cada una con la misma agilidad letal. Cada una de ellas parecía tener una estrategia similar: atacar por sorpresa desde diferentes ángulos, obligando a Ian a defenderse constantemente. El combate se convirtió en una danza mortal de ataques y contraataques, donde Ian tenía que reaccionar rápidamente a las emboscadas.

Una de las gárgolas, con un grito estridente, se lanzó desde un costado. Ian apenas tuvo tiempo de levantar su espada para bloquear el ataque, pero el impacto fue tan fuerte que lo hizo tambalearse. La gárgola aprovechó la oportunidad para lanzar un ataque rápido, rasgando su brazo con una garra afilada. La sangre brotó de la herida, y el dolor intensificó la sensación de desesperación.

En ese momento, Ian se dio cuenta de que necesitaba una nueva estrategia. En lugar de intentar atacar a todas las gárgolas al mismo tiempo, decidió concentrarse en una sola y acabar con ella antes de pasar a la siguiente. Se enfocó en una gárgola que estaba atacando desde el ángulo derecho y realizó un ataque rápido y decidido. Su espada, aunque oxidada, logró herir a la criatura, y finalmente, el monstruo cayó al suelo con un rugido final.

Sin embargo, la victoria fue efímera. Las otras gárgolas aprovecharon la distracción para redoblar su ofensiva. Ian, exhausto y herido, trató de mantener la defensa, pero su resistencia comenzaba a flaquear. En un intento desesperado por sobrevivir, se arrastró hacia una esquina de la sala, donde se ocultó parcialmente tras una columna rota.

Las gárgolas continuaron su ataque, pero sin la misma intensidad. Parecía que habían disminuido la velocidad de sus movimientos, probablemente por el desgaste de la batalla. Ian, aprovechando el respiro momentáneo, revisó sus heridas y se dio cuenta de que necesitaba ayuda inmediata. Recordó la tienda del sistema y se dio cuenta de que su única esperanza era comprar artículos que pudieran curarlo y mejorar su equipo.

Accedió a la interfaz del sistema, navegando por la tienda con la esperanza de encontrar algo que pudiera salvarlo. Tenía 2,900 puntos energéticos acumulados. La tienda ofrecía una variedad de objetos, pero Ian sólo podía acceder a los artículos de nivel E debido a su nivel actual. El "Kit de Primeros Auxilios" estaba disponible por 100 puntos y el "Escudo de Acero Básico" por 500 puntos. Aunque básicos, estos artículos eran suficientes para tratar sus heridas y mejorar su defensa.

Ian compró el Kit de Primeros Auxilios y el Escudo de Acero Básico. Utilizó el kit para comenzar el proceso de curación de sus heridas. A medida que el kit aliviaba el dolor, también revisó el escudo y notó que le proporcionaba una protección adicional importante.

Mientras las gárgolas estaban momentáneamente menos agresivas, Ian examinó el área en busca de posibles recursos. Encontró una pequeña bolsa de tesoros y un par de objetos que podrían ser útiles en el futuro. Uno de estos objetos era un amuleto desgastado que parecía haber pertenecido a un antiguo guerrero. Aunque no podía utilizarlo aún, lo guardó con la esperanza de que fuera valioso en el futuro.

A pesar de las dificultades, Ian se dio cuenta de que necesitaba mejorar su equipo y habilidades. Las armas y armaduras de mayor calidad estaban fuera de su alcance por ahora, pero al menos había aprendido una valiosa lección sobre la importancia de estar bien preparado. Su próximo objetivo sería reunir más puntos energéticos para poder acceder a artículos más avanzados y continuar su exploración de la mazmora.

Finalmente, con el Kit de Primeros Auxilios aliviando sus heridas y el Escudo de Acero Básico mejorando su defensa, Ian se preparó para continuar su viaje. Aunque había enfrentado una dura prueba, su determinación de superar los desafíos no había disminuido. Con el conocimiento de que su viaje apenas comenzaba, Ian se adentró en las profundidades de la mazmora, preparado para enfrentar lo que le deparara el destino.

Ian avanzó por el pasillo oscuro y estrecho. Sus pasos resonaban en el silencio, y el eco de sus propios movimientos le parecía una constante amenaza. El aire se volvía más frío y pesado, cargado de una sensación opresiva que presagiaba un peligro inminente. Después de lo que parecieron horas de avance, llegó a una gran puerta de hierro. Su superficie estaba adornada con intrincadas runas y marcas que parecían pulsar con una energía oscura y malévola.

Empujando la puerta con esfuerzo, Ian entró en una vasta cámara subterránea. El ambiente cambió inmediatamente, lleno de una energía maligna que erizaba la piel. En el centro de la sala, iluminado por una luz espectral, se encontraba el jefe de la mazmorra: un caballero esqueleto gigantesco, armado con una espada oscura que emitía un resplandor siniestro. Los ojos del caballero brillaban con una llama azul pálida, y su presencia dominaba la habitación.

Ian sabía que este era el enfrentamiento final. Su corazón latía con fuerza, y la adrenalina se disparó en su cuerpo, borrando el cansancio acumulado. Sin embargo, la visión del caballero esqueleto le hizo sentir un frío gélido en el alma. Este no era un enemigo común; se trataba de una criatura de puro mal, creada con un solo propósito: matar.

El caballero esqueleto levantó su espada y, sin previo aviso, se lanzó hacia Ian con una velocidad aterradora. Ian apenas tuvo tiempo de levantar su escudo cuando el primer golpe cayó sobre él. La fuerza del impacto fue devastadora; el escudo resistió, pero Ian sintió como si sus huesos se quebraran bajo la presión. Retrocedió varios pasos, aturdido por la intensidad del ataque.

El caballero no le dio tregua. Su espada se movía con una precisión mortal, cortando el aire con silbidos agudos. Ian hizo lo posible por defenderse, pero cada golpe del caballero era más fuerte y más rápido que el anterior. El cansancio acumulado, las heridas de las batallas anteriores, todo empezaba a pasarle factura. La espada del caballero se clavó en su costado, abriendo una herida profunda. El dolor fue insoportable, pero Ian sabía que no podía rendirse.

Con sangre corriendo por su cuerpo y la vista nublada por el dolor, Ian luchó por mantenerse de pie. Cada vez que el caballero atacaba, Ian intentaba esquivar o bloquear, pero la espada oscura encontraba su objetivo una y otra vez. La cámara se llenó con el sonido de los golpes, el crujir de los huesos del caballero y los gritos de dolor de Ian. Su armadura comenzaba a ceder, y su cuerpo estaba al borde del colapso.

En un último intento desesperado por sobrevivir, Ian esperó el momento justo. Cuando el caballero levantó su espada para dar el golpe final, Ian rodó hacia un lado, esquivando por poco la estocada mortal. Aprovechando la apertura, con la última de sus fuerzas, se lanzó hacia adelante, clavando su espada en el torso del caballero esqueleto.

El caballero soltó un rugido que reverberó por toda la cámara. Su espada cayó al suelo con un estruendo metálico, y por un instante, Ian pensó que había ganado. Pero el caballero esqueleto no estaba terminado. Con una fuerza sobrehumana, levantó una mano huesuda y agarró a Ian por el cuello, levantándolo del suelo. La presión sobre su garganta era sofocante; Ian sintió que el aire escapaba de sus pulmones, y la oscuridad comenzaba a nublar su visión.

Desesperado, Ian utilizó la única arma que le quedaba: su instinto de supervivencia. Con una fuerza que no sabía que tenía, levantó su espada y la hundió en la cabeza del caballero, atravesando el cráneo con un crujido seco. El fuego azul en los ojos del caballero se apagó de repente, y su cuerpo se desplomó, llevándose a Ian al suelo con él.

Ian yacía en el suelo de piedra, con el cuerpo destrozado y la mente al borde del colapso. Respiraba con dificultad, sintiendo cómo la vida se le escapaba entre los dedos. Pero, a pesar de todo, lo había logrado. Había derrotado al jefe, aunque la victoria casi le costó la vida.

Ian jadeaba, apoyándose contra la pared fría y húmeda mientras observaba el cuerpo inerte del caballero no muerto a sus pies. La batalla había sido feroz, y su pequeño escudo, el mismo que había confiado para bloquear múltiples ataques, yacía en pedazos a su lado, destrozado por el poder de la espada del caballero esqueleto. Sin embargo, había logrado salir victorioso, aunque a un alto costo.

El cofre de tesoro, que antes parecía una trampa más en la mazmorra, ahora se revelaba como la recompensa por su ardua lucha. Con manos temblorosas, Ian lo abrió, revelando su contenido: una espada brillante y una armadura hecha de huesos reforzados, mucho más resistentes que la oxidada que había estado usando hasta entonces.

La espada nueva era ligera pero extremadamente afilada, su hoja resonaba con una energía que parecía pulsar en sintonía con la mazmorra misma. La armadura, aunque inquietante por su origen, se sentía sorprendentemente cómoda y ofrecía una protección muy superior a lo que había tenido antes.

Pero lo más importante, al derrotar al jefe y explorar la sala, Ian encontró varios núcleos energéticos en los restos del caballero y otros escombros. Cada núcleo brillaba con un resplandor tenue, y sabía que esos núcleos eran clave para acumular puntos energéticos.

Antes de hacer cualquier cosa, Ian se sentó y revisó lo que había obtenido y lo que había perdido. Antes de entrar en la mazmorra, tenía 2,900 puntos energéticos. Durante su enfrentamiento con las gárgolas y el jefe esqueleto, tuvo que gastar 800 puntos en pociones básicas para no sucumbir a las heridas. Sin embargo, gracias a los núcleos energéticos obtenidos y al botín del jefe, había acumulado un total de 16,300 puntos.

- Puntos iniciales: 2,900

- Gastos en pociones: -800

- Ganancias por núcleos y tesoros: +14,200

- Total actual:16,300 puntos

Ian respiró aliviado. Sabía que había hecho un buen trabajo, pero esto era solo el comienzo. Con estos puntos, podría finalmente comprar un manual de entrenamiento, algo que había estado deseando desde que ingresó en el infierno.

Ian abrió el menú del sistema y navegó hasta la sección de manuales de entrenamiento. Los precios eran elevados, pero tenía que hacer una elección cuidadosa. Las opciones eran variadas, pero todos los manuales disponibles estaban clasificados en el nivel E, el más bajo.

Cada manual tenía sus propias características y beneficios, aunque ninguno era particularmente impresionante. Sin embargo, Ian sabía que, a medida que avanzara, podría mejorar y comprar manuales de mayor nivel.

- Manual de Fuerza Básica: Este manual permite al usuario incrementar su fuerza física mediante un régimen de entrenamiento intensivo. Requiere el uso de núcleos energéticos para mejorar la eficiencia del entrenamiento. Precio: 15,000 puntos.

- Manual de Resistencia Elemental:Proporciona un método para mejorar la resistencia del cuerpo a los elementos mediante ejercicios específicos. También requiere el uso de núcleos para avances significativos. Precio: 25,000 puntos.

- Manual de Agilidad Dinámica: Este manual entrena al usuario para mejorar su velocidad y reflejos, siendo clave para esquivar ataques y moverse con rapidez en el combate. Precio: 100,000 puntos.

- Manual de Fortificación Física: Este manual es uno de los más avanzados en el rango E, proporcionando un incremento considerable en la resistencia física general del usuario, haciéndolo más difícil de herir. Precio: 1,000,000 puntos.

Después de revisar las opciones, Ian se decidió por el Manual de Fuerza Básica, dado que con sus puntos actuales solo podía permitirse ese manual. Sabía que mejorar su fuerza física le daría una ventaja clave en futuras batallas. Además, había visto cómo la fuerza era fundamental para enfrentar los peligros del infierno.

Con 16,300 puntos en total, Ian realizó la compra del manual de Fuerza Básica, reduciendo su saldo a 1,300 puntos. Aunque había quedado con pocos puntos, sabía que esta inversión era crucial para su supervivencia y crecimiento.


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