Han pasado tres días desde que Ian comenzó su odisea en el Infierno. Los primeros momentos fueron abrumadores, pero él no tenía tiempo para dudar; la supervivencia era la única opción. Con cada paso que daba en aquel terreno inhóspito, se enfrentaba a criaturas de pesadilla, cada una más aterradora que la anterior.
El primer enfrentamiento serio llegó al segundo día. Caminando por un bosque de árboles muertos y rocas afiladas, Ian sintió una presencia que le erizó la piel. De entre las sombras, emergió una criatura con aspecto de lobo, pero mucho más grande y cubierto de espinas negras. Sus ojos rojos ardían con una furia infernal.
Sin dudarlo, Ian se preparó para la pelea, recordando los movimientos básicos de combate que había aprendido en el club de artes marciales de su familia. El lobo infernal no le dio tiempo para pensar; se lanzó sobre él con velocidad, sus fauces abiertas y sus colmillos buscando su carne.
Ian rodó hacia un lado, esquivando el primer ataque por poco. Rápidamente, agarró una piedra del suelo y se la lanzó al lobo. El impacto no hizo mucho daño, pero logró distraer a la bestia el tiempo suficiente para que Ian pudiera recuperar la compostura.
El lobo, ahora más enfurecido, cargó de nuevo. Esta vez, Ian estaba listo. Usando su agilidad, se deslizó bajo el lobo en el último segundo, lanzando un golpe certero en su costado. La criatura gruñó de dolor, pero no se detuvo. Ambos combatientes estaban exhaustos, pero Ian sabía que si flaqueaba un momento, sería su fin.
Finalmente, tras lo que pareció una eternidad, Ian logró derribar a la criatura. Con un último esfuerzo, le clavó una roca afilada en el cuello. El lobo soltó un último aullido antes de desplomarse, su cuerpo se disolvió en cenizas dejando atrás un núcleo brillante.
Ian recogió el núcleo, sintiendo una extraña energía emanando de él. El sistema lo reconoció de inmediato, asignándole 100 puntos por su victoria. Este era solo uno de los muchos enfrentamientos que tendría que superar.
Al cuarto día, tras varios enfrentamientos menores, Ian decidió que era hora de mejorar sus habilidades. Sabía que el Sistema del Rey del Infierno le ofrecía métodos de entrenamiento, pero los precios eran exorbitantes para su nivel actual. Revisó la tienda del sistema y se dio cuenta de que incluso el Manual de Entrenamiento Básico (Categoría E) costaba 15,000 puntos. Con los casi 1900 puntos que había reunido hasta ahora, estaba lejos de poder comprar algo tan valioso.
Frustrado, pero determinado, Ian sabía que necesitaba más tiempo. Mientras cazaba más criaturas y acumulaba puntos, comprendió que este mundo era despiadado. No había lugar para los débiles.
Lo que havia reunido hasta ahora, estaba lejos de poder comprar algo tan valioso.
Después de su último enfrentamiento, Ian decidió cambiar de estrategia. Comenzó a moverse más sigilosamente, evitando enfrentamientos innecesarios y buscando criaturas más débiles que pudiera derrotar sin agotarse demasiado. Cada núcleo que recogía lo acercaba un paso más a obtener el manual que tanto ansiaba.
El cuarto día en el infierno fue el más duro hasta ahora. Durante la tarde, mientras avanzaba por un pantano oscuro, una serpiente gigante emergió de las aguas negras. Sin previo aviso, la serpiente se lanzó hacia él con una velocidad increíble. Ian apenas tuvo tiempo de reaccionar, rodando hacia un lado para evitar los colmillos venenosos.
La batalla fue rápida y mortal. Ian utilizó el terreno pantanoso a su favor, atrayendo a la serpiente hacia una zona con rocas afiladas. Con un salto, se colocó en una posición alta y, aprovechando un momento de distracción, lanzó una roca que golpeó la cabeza de la serpiente, haciéndola tambalearse. Fue su oportunidad: saltó desde lo alto, clavando una estaca improvisada en la cabeza de la bestia. Con un último estertor, la serpiente cayó muerta.
Este enfrentamiento le otorgó 200 puntos adicionales, pero también le dejó una importante lección: no era invencible. Las criaturas del infierno eran más fuertes y peligrosas de lo que había imaginado.
Revisando de nuevo la tienda del sistema, Ian sabía que necesitaría mucho más que simple valor para sobrevivir y prosperar aquí. Su próximo objetivo era conseguir el Manual de Entrenamiento Básico (Categoría E), pero aún le faltaban 12,900 puntos. Con cada combate, sentía que se volvía un poco más fuerte, pero sabía que el camino por delante era largo y peligroso.
Decidido a no perder la esperanza, Ian continuó cazando, acumulando puntos, y enfrentándose a las criaturas del infierno. Sabía que este era solo el comienzo de su viaje, y que cada paso lo acercaba más a su objetivo final: dominar el infierno y regresar a la Tierra, no como un simple humano, sino como un ser verdaderamente fuerte.
Enfrentando el Infierno Ian avanzaba por el terreno hostil del infierno, sus sentidos agudizados por la necesidad de sobrevivir. Sabía que cada paso lo acercaba a su objetivo de reunir suficientes puntos para adquirir el Manual de Entrenamiento Básico (Categoría E), pero también era consciente de que el peligro acechaba en cada sombra.
El suelo bajo sus pies comenzó a vibrar, un temblor que venía de las profundidades mismas del infierno. Antes de que pudiera reaccionar, una criatura colosal emergió del suelo, su cuerpo cubierto de escamas negras como la obsidiana, con ojos que brillaban con un fulgor amarillo. La bestia, que parecía una combinación de reptil y demonio, tenía una boca llena de colmillos afilados y un aliento que despedía un vapor tóxico, capaz de descomponer la roca.
Ian no tuvo tiempo de pensar, solo de actuar. La criatura lanzó un rugido que resonó en sus huesos y se abalanzó sobre él con una velocidad asombrosa para su tamaño. Ian rodó hacia un lado, sintiendo el aire cortante cuando las garras de la bestia pasaron rozando su hombro.
"Demasiado cerca", pensó, mientras evaluaba rápidamente la situación. Sabía que no podía permitirse un enfrentamiento directo; sus fuerzas actuales eran insuficientes para una batalla frontal con una criatura de ese tamaño. Necesitaba una estrategia.
Notó que había un grupo de rocas afiladas a unos metros de distancia. Si lograba hacer que la bestia se estrellara contra ellas, podría herirla lo suficiente como para ganar algo de ventaja. Con esa idea en mente, comenzó a retroceder lentamente, atrayendo a la criatura hacia la trampa.
La bestia no se dejó intimidar, y con un gruñido, se lanzó hacia él de nuevo. Ian fingió perder el equilibrio, tambaleándose hacia las rocas. La bestia, embriagada por su aparente victoria, saltó hacia él, sus garras extendidas para el golpe final. Justo en el último segundo, Ian se lanzó a un lado, y la criatura, incapaz de frenar su impulso, chocó de lleno contra las rocas.
El impacto fue devastador. Las rocas atravesaron las escamas de la criatura, penetrando profundamente en su carne. Un aullido de dolor y furia salió de su boca mientras intentaba liberarse, pero las rocas estaban clavadas demasiado profundamente. Ian no perdió tiempo; aprovechando la ventaja, se acercó rápidamente a la bestia herida y, con una daga que había comprado en la tienda del sistema, comenzó a apuñalar el área blanda entre sus escamas.
La sangre negra manchó el suelo mientras la criatura daba sus últimos estertores. Finalmente, con un último temblor, la bestia cayó inmóvil. Ian se dejó caer de rodillas, jadeando por el esfuerzo, pero sabiendo que había logrado una victoria significativa.
De entre las escamas del monstruo, Ian encontró un núcleo de un tamaño considerable. Este núcleo, diferente a los que había recogido hasta ahora, brillaba con una intensidad oscura, como si contuviera una energía maligna en su interior. El sistema reconoció el núcleo inmediatamente, notificando a Ian de su valor: 1,000 puntos.
Con esto, Ian había alcanzado un total de 3,100 puntos. Sabía que todavía estaba lejos ya que tenia que gastar en comida y medicamentos de poder comprar el Manual de Entrenamiento Básico (Categoría E), que costaba 15,000 puntos, pero este núcleo representaba un avance significativo. Además, cada victoria le daba una valiosa experiencia en combate, algo que ningún objeto o habilidad podría reemplazar.
Exhausto pero determinado, Ian decidió usar parte de sus puntos para comprar comida y recuperarse. Era una elección difícil, ya que cada punto gastado en comida era un punto menos para el manual, pero entendía que sin una adecuada recuperación, no sería capaz de seguir cazando.
Después de recuperar algo de fuerza, Ian continuó su caza, siempre en busca de criaturas que pudieran darle más puntos. Sabía que no podía permitirse descansar por mucho tiempo, ya que el infierno no daba tregua. A medida que las horas pasaban, enfrentó a más monstruos, cada uno presentando un nuevo desafío.
En uno de esos combates, Ian se enfrentó a un grupo de demonios menores, criaturas más pequeñas pero extremadamente rápidas y ágiles. Atacaban en grupo, buscando abrumar a su presa con su velocidad. Ian, comprendiendo que no podía enfrentarlos a todos a la vez, decidió enfocarse en uno a la vez. Usó su velocidad para mantener la distancia, esquivando y lanzando ataques rápidos con su daga.
Uno de los demonios intentó atacarlo por la espalda, pero Ian giró sobre sus talones, clavando su daga en el cuello de la criatura. El demonio se desplomó, y Ian no perdió tiempo en recoger su núcleo antes de que los otros atacaran. Con cada demonio que caía, Ian ganaba confianza, y aunque estaba cansado, no dejó de moverse, usando el terreno a su favor para evitar ser rodeado.
Finalmente, después de una serie de enfrentamientos agotadores, Ian derrotó al último de los demonios. Recogió los núcleos de cada uno, sumando un total de 210 puntos adicionales. Con su cuenta ahora en 2,900 puntos, sabía que estaba más cerca de su objetivo, pero aún quedaba un largo camino por recorrer.