[La perspectiva de Margaret]
De hecho, Donald tenía solo 12 años en ese momento y no entendía las sutilezas traicioneras y los cambios en el entorno real.
No sabía cuándo había comenzado, pero su primo, que una vez fue cercano a él, había cambiado, dejando de ser alegre y soleado como antes, como alguien completamente diferente hasta la médula de sus huesos.
—Aunque los pecados del Tío Dan eran graves, mi padre tenía claro lo que estaba bien y lo que estaba mal; él no implicó a un niño en todo esto. Enrique fue abandonado por su padre pero aún vivía en el palacio.
—Mis padres lo trataron igual que siempre, y de los 12 a los 14 años, Enrique vivió de manera muy discreta y en paz.
—Sin embargo, lo que nadie esperaba era que esos dos años de calma fueran solo una ilusión. Dan era el padre biológico de Enrique, un demonio del que nunca podría librarse en su vida...