[Perspectiva de Margarita]
Donald extendió su brazo y me abrazó. No dijo nada más. Me apoyé contra él con anhelo. Esto valía más que mil palabras.
Olí y detecté sangre en Donald.
Inmediatamente me puse nerviosa. Quería distanciarme de Donald para ver cómo estaba y si estaba herido. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de moverme, sentí que Donald me abrazaba aún más fuerte entre sus brazos. Su fuerza parecía aplastarme contra su cuerpo.
Envolví mis brazos alrededor de su espalda y le di unas palmaditas suaves, dándome cuenta de que en este corto día y noche, no solo yo había tenido miedo. Donald también. Debe haber estado incluso más nervioso que yo.
—No te muevas —dijo Donald con su voz grave, vibrando en mis tímpanos—. Gracias a Dios estás bien. Esto es maravilloso.
Iba a llorar con las palabras de Donald. Esto era exactamente lo que yo acababa de pensar. Pensábamos en lo mismo. Estábamos destinados a estar unidos. Ninguna cosa externa o tribulación podría separarnos.