[Perspectiva de Margarita]
—¿Recuerdas lo que discutimos? —le susurré a Elizabeth.
Los ojos de Elizabeth se abrieron de par en par mientras se giraba hacia mí horrorizada.
—No creo poder hacerlo, Margarita.
—Solo tenemos esta oportunidad. Definitivamente puedes hacerlo bien.
Até un nudo en ambos extremos de la cuerda que acababa de desatar de nuestros cuerpos y lo até flojamente en torno a nuestros pies y manos, creando la ilusión de que aún estábamos atadas.
—Escúchame. Cuando salí hace un momento, miré a mi alrededor. No hay demasiados hombres lobo en esta cabaña. Sospecho que muchos de sus guardias están afuera. Si gritamos como ahora, hay una gran posibilidad de que solo uno de ellos entre. Con nuestro ataque sorpresa y él desprevenido, es absolutamente probable que tengamos éxito —expliqué en voz baja.
Elizabeth extendió la mano y me agarró la mía. Su palma estaba sudorosa. La mía también.