[Perspectiva de Margarita]
Elizabeth pareció obtener la respuesta de mi silencio. Sus hombros se desplomaron visiblemente.
—Oh, no… —Elizabeth lloró suavemente.
¿Debería mentirle a Elizabeth? Después de todo, esas cosas pertenecían al pasado y yo me había alejado de ellas. No tenía sentido perseguir nada del pasado. Era más importante que las personas que me importaban fueran felices y que las cosas que me importaban fluyeran sin problemas en el futuro.
Sacudí la cabeza. —No, Elizabeth —dije.
Algo de esperanza se reavivó en los ojos de Elizabeth. Ella me miró directamente, con la boca todavía apretada, y dijo, —No me mientas, Margarita. ¿Cómo puedes no estar triste?
Tomé su mano y le dije seriamente, —Pero no puedo odiarte de todas formas, Elizabeth. Eres mi hermana. Somos familia. ¿Lo has olvidado? Hemos sido una desde antes de nacer.
Elizabeth parecía sentirse un poco mejor, pero todavía me miraba preocupada, esperando que continuara.