Chapter 23: Capítulo 23: Gloria
Al entrar al restaurante, me preparé para mi rutina de práctica. Ya saben, lo de siempre. Por cierto, lo mejor de todo es que, durante este tiempo, el restaurante se volvió (más) popular. No quiero sonar presumido, pero creo que yo soy parte de la razón. Desde que empezaron a correr los rumores sobre "ese chico que canta increíble y que, casualmente, también es guapísimo" (bueno, lo último lo agregué yo, pero vamos, es algo que todos pensarían), comenzaron a esparcirse, más y más personas aparecieron por ahí. Y no solo los mayores; ahora también hay jóvenes que vienen a verme.
Además, ya estoy a tan solo 15 personas de completar mi misión. Gracias a Doña María, que decidió darme una hora más en el escenario, y a que las vistas de mis canciones en redes sociales empezaron a aumentar hace un mes. ¡Gracias, algoritmo divino! Ahora ya alcanzo las 4 cifras de seguidores en todas mis plataformas.
Aunque salgo más tarde, también me pagan más, así que, ¿quién soy yo para quejarme? Doña María sabe lo que hace, y estoy seguro de que se dio cuenta de que soy un imán de clientes.
Con todo este ajetreo, ya había reunido suficiente dinero para comprar un boleto de avión económico. Claro, después de descontar los gastos correspondientes del mes que le doy a mis padres, y aunque a veces no me lo aceptan—porque insisten en no necesitarlo— siempre pongo el dinero en sus carteras. Sin embargo, aunque tengo dinero para comprar el boleto aun me falta si quiero vivir en otro país, por lo tanto, me he propuesto que en los próximos meses ahorrar lo suficiente para emergencias: comida, alquiler, transporte, ya saben, lo básico para sobrevivir en otro lugar.
Todavía no he vuelto a tocar el tema de mi partida con mis padres, pero saben que estoy ahorrando. Además, ya hablé con Doña María sobre mis planes y que probablemente en un mes renuncie para perseguir mis sueños. Ella, asintió y me dio su bendición. Creo que en el fondo está emocionada por mí, pero no lo va a admitir tan fácilmente.
Así que ahí estaba, en el restaurante, subiendo al escenario después de mis horas de mesero. Algunos de los comensales comenzaron a aplaudir al verme aparecer, y no pude evitar sonreír mientras los saludaba.
—Buenas noches a todos —dije con una sonrisa confiada—. Como ya saben, y para los que no me conocen, soy Nadir, y seré su cantante esta noche.
Comencé con algunas canciones populares, esas que los clientes ya conocían y que siempre creaban el ambiente perfecto. No se puede ir mal con un clásico, ¿cierto? Sin embargo, en un momento de descanso, mientras tomaba un sorbo de agua, una voz familiar se alzó entre la multitud.
—Nadir, hijo, canta esa canción que me gusta.
Levanté la cabeza y la vi: la señora Gloria, una clienta frecuente del restaurante, estaba en una de las mesas que se encontraban cerca del escenario. Desde que escuchó mi canción "Cien Años", me la pide todos los días sin falta. La señora tenía el porte de alguien con mucho dinero. ¿Cómo lo supe? Bueno, su comportamiento educado y sereno lo dejaban claro. Pero si eso no te convencía, sus joyas, que adornaban cada centímetro de su cuello, orejas y muñecas, eran prueba suficiente. Siempre venía sola, aunque a veces subía a hablar con La Doña y, en raras ocasiones, la veía acompañada de alguna amiga.
Con el tiempo, nos hicimos cercanos. ¿Por qué? Porque tenía ese aire de abuela que te recuerda a la tuya propia, con ese típico olor a talco que todos los abuelos tienen. Cada vez que me acercaba a ella, no podía evitar recordar a mi propia abuela (la de mi mundo anterior), y eso hacía que me sintiera aún más cómodo a su lado.
No pude evitar acercarme a conversar con ella cuando la veía sola y tenía tiempo. Hablábamos de todo y de nada, y con el tiempo, le tomé un cariño especial. Era como si, de alguna manera, hubiera adoptado una nueva abuela sin darme cuenta.
Solía contarme que sus nietos no la visitaban con frecuencia. "Están ocupados con sus vidas," decía, encogiéndose de hombros, aunque sus ojos revelaban un pequeño destello de tristeza. Por eso, tener a alguien con quien charlar le hacía sentir bien, y a mí también. No es fácil encontrar a alguien con quien puedas hablar de todo sin sentir que estás molestando.
Lo que más me encantaba de ella era su sentido del humor. Le gustaba bromear, y por supuesto, yo era su blanco favorito. "Nadir hoy se te salió un gallo, no me digas que has perdido el toque," decía con una sonrisa pícara. Y aunque a veces me picaba un poco, siempre me sacaba una sonrisa.
Además de las bromas, también tenía ese instinto protector que solo las abuelas tienen. Si veía que alguien se pasaba de copas y se ponía demasiado "amistoso" conmigo, ella era la primera en defenderme. "¡Oye, viejo! No molestes al chico, que está trabajando," decía con una firmeza que dejaba a cualquiera en su sitio.
Pero lo que más valoraba de ella era su apoyo incondicional. Siempre tenía palabras de aliento para mí, y aunque a veces se ofrecía a darme dinero para ayudarme con la casa, siempre lo rechazaba con una sonrisa. No es que no lo necesitara, pero su compañía y su orgullo en mis logros eran más que suficientes para mí. Y la verdad, eso me daba fuerzas para seguir adelante, sabiendo que tenía a alguien en mi esquina, siempre dispuesta a escuchar y celebrar conmigo.
Sin embargo, hoy no estaba sola. Tenía un acompañante, un señor mayor que, por cómo la tomaba de la mano, parecía ser su esposo. Él tenía un aura extraña alrededor; no podía decir exactamente qué era, pero algo en él parecía... ¿intimidante? Lo curioso es que esa sensación contrastaba completamente con su rostro amable y su sonrisa sincera cuando hablaba con su esposa.
—Para la abuela, lo que pida.—le dije con una sonrisa, recordando que después de varios días de plática me había pedido que la llamara así.
—Gracias, querido —respondió con esa dulzura que te hace olvidar que probablemente podrías pagar la renta de todo el año con un solo anillo de los que llevaba puestos.
Rasgué las cuerdas de mi guitarra y empecé a cantar "Cien Años". Como siempre, la señora Gloria, cerró los ojos y se dejó llevar por la melodía, mientras yo me sumergía en la canción. Al terminar, me agradeció con una sonrisa satisfecha, y su esposo también me dedicó una sonrisa de aprobación.
Continué con otras canciones, incluyendo "Dos Oruguitas", que siempre parece tocar las fibras sensibles del público. Esa canción tiene algo especial, no sé si es la letra o la melodía, pero siempre logra arrancar un aplauso sincero de la audiencia.
Al terminar la última canción y bajar del escenario, me sentí bien. No solo por el trabajo hecho, sino porque mi cuerpo me estaba diciendo que algo grande estaba por suceder. Y no me equivoqué. En cuanto terminé de saludar a un par de clientes y me dirigía a los vestidores, recibí una serie de notificaciones del sistema.
[¡Felicidades! Has completado tu Misión principal: Hazte conocido]
[Objetivo: Logra que al menos 5,000 personas te conozcan. Este será el primer paso hacia el estrellato.]
[Si logras completar la misión se le otorgaran recompensas al anfitrión.]
[Completado 5,000/5,000]
[¡Felicidades! Has subido un nivel en todas tus habilidades]
[¡Felicidades! Has subido de nivel 6 a 7]
No pude evitar sonreír. ¡5,000 personas! ¡Eso es una pequeña multitud! Bueno, para algunos puede parecer mucho, pero para mí, es solo el comienzo.
[Has recibido una recompensa por completar la misión. ¿Quieres recibirlo?]
"Sí", respondí mentalmente, esperando con ansias lo que venía.
[Felicidades, has desbloqueado la Habilidad Especial: Poliglota]
[Descripción: Esta habilidad te permite dominar cualquier idioma que escuches o leas, ya sea hablado o escrito, como si fueras un nativo. Podrás entender, hablar y escribir en cualquier lengua con fluidez, adaptando incluso los acentos y expresiones culturales propias de cada idioma.¡Prepárate para impresionar y comunicarte sin barreras en cualquier rincón del mundo!]
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Meilili_8 Poliglota: Que habla varias lenguas.
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