Samantha estaba sentada en su estudio en la mansión Clark, con los dedos golpeteando nerviosamente contra la mesa de caoba.
Frente a ella, en el asiento que parecía haberse convertido en suyo por derecho, Kyle Marshall se sentaba en silencio, observándola con una mirada tranquila y medida.
Rebeca, una de las criadas de Samantha, se movía a su alrededor con cuidado y en silencio, colocando una bandeja de té y tazas sobre la mesa. Samantha forzó una sonrisa mientras Rebeca les servía, agradeciéndole con una voz que apenas disimulaba su irritación.
—Gracias, ya puedes irte.
Cuando la criada finalmente se fue, cerrando la puerta suavemente detrás de ella, Samantha dejó escapar un suspiro tembloroso, sintiendo un escalofrío frío recorrer todo su cuerpo.
Kyle arqueó una ceja curiosa, tomando una taza de té y dándole un sorbo lento. —Entonces, ¿qué sucede, Sam? Sonabas bastante urgente por teléfono. Pensé que hoy estarías ocupada todo el día con el evento benéfico para padres solteros.