Amelie se estremeció, los músculos de sus piernas se acalambraron y Liam lentamente retiró sus dedos de su entrada. Mientras sus jadeos finalmente se calmaban, él le retiró la venda de los ojos. Tan pronto como pudo ver nuevamente, su mirada se desvió hacia sus muslos donde las manos de Liam seguían el rastro de sus fluidos en su suave piel.
Se sentía avergonzada, pero también gratamente sorprendida. Nunca había experimentado algo tan sexual en toda su vida.
En el momento en que Liam se dio cuenta de que Amelie estaba mirando sus manos, movió a propósito su mano izquierda de nuevo entre sus piernas, sonriendo en su cabello mientras comenzaba a frotar su piel nuevamente.
Amelie no pudo evitar pensar que esa era la forma de su esposo de ayudarla a darse cuenta de que acababa de tener un orgasmo y que él lo disfrutó tanto como ella.